lunes, 14 de febrero de 2011

La muerte

No es mala. Todo aquello que es malo, lo es en un marco en que existe una alternativa que, en comparación, es buena. Existe una alternativa a morir a los 8, 22, 40 o 59 años, que es seguir viviendo hasta completar un ciclo vital aprovechable. ¿Cuánto es eso: 80 años, 85, 100... ? Imposible de determinar. Es imposible decir exactamente hasta qué momento la muerte es prematura y cuándo pasa la guadaña, simplemente, porque hay que cosechar en algún momento.
A largo plazo, todo es insostenible, incluida la vida (algo tan maravillosamente complejo y, por ende, vulnerable). No está de más recordarlo cuando se gastan millones en tratamientos (atención al adjetivo encubierto) "anti-edad". No vence un@ al tiempo dándose botox, tiñéndose las canas, untándose cremas o injertándose pelo. Mr. Brown, vitalista convencido, esboza una sonrisa de lástima mientras el más pueril de los miedos, el miedo a la muerte, se presenta como locomotora que empuja el tren de los beneficios de esas industrias y las Parcas nos recuerdan que lo único que tienen en común todas nuestras vidas es eso, que se acaban.
Lo injusto de la muerte prematura no está sólo en el dolor por la pérdida demasiado temprana de un ser querido... independientemente de que la persona desaparecida sea o no querida, hay algo insultante en la muerte, y mucho más cuando es prematura, y es que la vida sigue. Normalmente, esto es un consuelo, porque puede un@ seguir con su vida apoyándose en las demás facetas y, eventualmente, encontrando otras nuevas.
En cambio, nada de eso evita -más bien, es al contrario- la sensación de absurdo cuando la guadaña siega la vida de un amigo, una hermana, una hija, un padre... cada vez que eso ocurre, debería sacudirse la tierra, separarse una península, nacer una estrella, deberían abrirse los mares en dos y partirse el Sol por la mitad, trocarse la lava hirviente en escarcha o las costas ser devoradas a dentelladas por la jauría de un oleaje huracanado. La vida en este mundo jamás debería volver a ser igual.

2 comentarios:

  1. Querido Señor Brown:

    Estoy completamente deacuerdo con usted, la pérdida de un ser que nos es cercano hace que nuestro mundo se venga abajo y lo peor de ello es el sentimiento de que eso no ocurra de verdad, que la vida siga, que aunque falte un pilar de nuestra vida sigamos respirando, comiendo y viviendo con más o menos fuerzas. Esa inercia insoportable nos hace continuar por mucho que queramos que el mundo pare, por mucho que nuestros sentimientos estén moribundos nuestro cuerpo e instintos nos obligan a vivir.

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  2. Consuelo mis cojones. Injusticia mis cojones. No es injusto -nada lo es, sólo pasa- y por eso no hay consuelo.


    Yo tampoco puedo decirte más.

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