martes, 28 de octubre de 2014

Nota para nosotr@s mism@s (dentro de un tiempo)

Existe una posibilidad real de que dentro de pocos años el estado español esté gobernado, en coalición o incluso en solitario, por Podemos. Siendo así, queremos ir dejando un pensamiento sobre la mesa para el día en que sea J. C. Monedero o algún otro correligionario quien envíe a los antidisturbios a reconfigurarnos la cara a hostias.
El pensamiento es en parte ese, que habrá sido simpático participar junt@s en movilizaciones mientras estuvimos de acuerdo (más o menos, eso parecía) en quién era el Enemigo, l@s Mal@s, la Casta (¿?), ... pero también que ya sabíamos que este momento llegaría. Tod@s salvo quienes están decidiendo no verlo. Cuando la izquierda liberal –o burguesa o parlamentaria o como vuecedes prefieran llamarla– llega al Poder, la otra izquierda, la proletaria, pobre o quinqui, la anticapitalista, sigue igual de reprimida y, encima, aislada por esa izquierda liberal que antes le palmeaba el hombro (no hablamos sólo de líderes polític@s, también ciertas figuras intelectuales, ciert@s periodistas, ciert@s sindicalistas, ... si no, al tiempo).
La historia de la transformación desde arriba no viene de ayer. Eso de «No queremos hacer la revolución, queremos que nos la den hecha» viene de antiguo. El tema está de actualidad aquí por el caso de Podemos y Guanyem/Ganemos, aunque en estos casos nuestros tan posmodernos, ni siquiera se sabe si se trata de una revolución, de una reforma, de un platónico «gobierno de los sabios» o de qué. (Dejamos para otro momento el hablar más a fondo de las flojísimas comparaciones entre partidos de semanas o meses de antigüedad, pese a su euforia, con los 14 años de las CUP* o los 35 de las CUT-BAI. Hay quien viene del sindicalismo agrario y el cristianismo de base de los 70, quien viene de un duro aprendizaje de base y okupa, insumiso, etc. en las derrotas de los 80 y la reconstrucción de los 90... y quien viene de las tertulias televisivas de los últimos meses.)
El empeño de esa izquierda, cuartelera y jacobina, en repetir la misma tragedia de los últimos doscientos veinte años no parece agotarse ni por cansancio. Vuelven a prometernos la transformación social desde el Poder, en lugar de proponérnosla contra el Poder, y vamos preparando el botiquín. Votarán a un nuevo Azaña para nuevos Casas Viejas, Castilblanco, Arnedo, ... Como poco, votarán a un nuevo Mitterrand para que pensemos que las huelgas reprimidas a porrazos, las multas a la disidencia y el modelo económico liberal bienestarista son lo peor que puede pasarnos, para decirnos que al menos no tenemos (¿seguro que no lo tendremos?) nuestro propio giro rigorista, nuestro propio ascenso de la ultraderecha, etc., etc.

* Palabras de David Fernández en los días en que andábamos escribiendo esto: «Podem hoy día es un resultado electoral que ha entrado por la vía mediática, no por la vía del trabajo de base y de los barrios».

domingo, 14 de septiembre de 2014

¿Qué cabe esperar (y qué no) de Podemos?

Más allá de la simpatía o antipatía que pueda suscitarnos, parece interesante preguntarse ¿qué cabe esperar de esa formación política tan reciente, Podemos?
Repasemos:
El pasado 14 de enero, Podemos no tenía nombre, pero estaba contenido como una semilla en el manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político que publicaron, entre otros, nuestros queridos Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria.
La misma semana se lanzaba Podemos como iniciativa electoral que recogía ese guante –pactado o no entre redactores del manifiesto y emprendedores de la iniciativa, poco importa–.
Hubo cuatro meses de espiral de crecimiento: la candidatura generó ilusión entre ciertos sectores, lo que dio vigor a la lista, lo que generó ilusión, etc.
Después, los resultados en las elecciones europeas permitieron llevar esa espiral a una fase superior: el escenario de la macropolítica española, tan flexible a los cambios como las familias tradicionalistas de las tragedias tipo Romeo y Julieta, acusaba el cambio. El señorito había encontrado un pelo en su sopa y parecía perder los nervios.
Desde entonces, las encuestas aún han seguido alimentando estos elementos y, por tanto, su dinámica: Podemos podría convertirse en el motor del frente anti-PP y, como tal, arrastrar a buena parte de IU (sembrando la desilusión entre quienes se queden en ella) y a parte del PSOE, cosa que podría sembrar las deserciones en ese partido y agravar su crisis.
Pero ¿quiénes son exactamente los que están perdiendo los papeles? ¿A quién tiene en frente Podemos y, por ende, a quiénes convoca como votantes esta formación política? ¿Qué puede dar de sí?

Quienes chillan, patalean y se rasgan las vestiduras son l@s dirigentes del PP y el PSOE, elementos inmovilistas para quienes el anquilosamiento es el estado natural del debate político: el que se mueva no sale en la foto. La relación IU-Podemos es más ambigua: la primera quería fagocitar a la segunda y ahora lo contrario parece más probable, pero IU ha aguantado muchos palos y es muy difícil para ell@s tragarse semejante constatación del fracaso –por lo demás, patente– de sus 28 años de historia, que ha sido un frágil intento de salvar, a su vez, el histórico PCE. En todo caso, la posición de IU ha sido claramente la de contribuir al nacimiento del actual sistema macropolítico español y alimentarlo, pero manteniéndose en su margen, intentando ser una especie de Pepito Grillo cuya acción haría evolucionar el sistema en lugar de dejar que el sistema les cambiara. Como resultado de esa ambigüedad, Podemos está captando una base electoral que podría ser afín a IU en gran parte y que sin embargo difícilmente la votaría, probablemente por los lastres históricos con que carga.
Con el PP y el PSOE, la cosa está más clara y se les ha señalado y se les señala, junto a la Corona, como casta dirigente. El carácter dinástico de la Corona  está claro y tampoco requiere mucha investigación el de parte de la élite política (los Rato, Aznar, Oreja, Gallardón... ). Más aún, incluso dirigentes sin ningún rasgo de casta, sean más conocidos por su lado político (F. González, J. Pujol Soley, M. Rajoy) o empresarial (J. M. Polanco, Amancio Ortega, J. M. Lara Hernández), parecen haberse instalado en la élite y algun@s de ell@s han instalado a sus descendientes o lo están haciendo.
¿Hay una casta dirigente en el estado español? No. Hay una clase dirigente en la que puede meterse quien quiera y además consiga tan ardua tarea, quien pueda de hecho lograrlo al intentarlo. Los Ortega, Polanco, González y demás no estaban en la élite y ahora lo están, y no poc@s de entre ell@s lo han hecho mediante el ascenso interno en partidos políticos y la concurrencia a las elecciones. ¿A las mismas elecciones a las que se presenta Podemos? Sí, a esas mismas. Pero las elecciones son para participar en las instituciones, son una herramienta neutral y, o las hacemos nuestras o la clase dirigente actual (la llamada «casta») las hará suyas.
Claro, las instituciones son neutras, la historia empezó esta mañana y la tele nunca se equivoca. No, en serio: nada como conocer la historia del parlamentarismo para asimilar que no, las instituciones no son neutras, y que es difícil concurrir a las elecciones y a cualquier otro circuito de participación institucional si no es llevando una pesadísima carga de ingenuidad y una gran disposición a perder tiempo y energía; hay que ir dispuest@s a repetir los mismos errores de todas las generaciones anteriores. [En este mismo blog ya hablamos del rol histórico de los partidos políticos y su relación con el parlamentarismo, aquella entrada se puede leer aquí.]
Pero –se nos puede decir– incluso si Podemos estuviera realmente en el camino que lleva a la integración institucional, a ser un nuevo IU, ERC o similar, ¿por qué iban sus votantes y militantes a permitir o incluso favorecer esa evolución, pudiendo evitarla mediante su funcionamiento asambleario? Por partes: ¿votantes o militantes? Ante todo, votantes: Podemos nació como una candidatura electoral que respondía a un manifiesto cuya tesis (implícita) era que sólo algún tipo de revulsivo electoral podía permitir que el malestar ante la gestión de la crisis macroeconómica pasara del descontento a la contraofensiva. Había, de hecho, un sentido de la urgencia que, dado el contexto y dado lo escrito después por al menos uno de sus firmantes (S. Alba Rico), se explicaría por la necesidad seguir descongelando la apatía que dominaba y domina la escena política y de evitar la recuperación del descontento por la extrema derecha. No obstante, todo partido (PSOE, PCE, el antiguo EIA) o sindicato (CGT es el más evidente por estas latitudes, pero también los mayores CCOO y UGT) que ha entrado en dinámicas electorales ha visto su militancia debilitarse cualitativamente, cuando no también cuantitativamente –volvemos a remitir a la evolución de PCE y PSOE en la llamada «transición»–. Votar cada cuatro años es más cómodo y, seamos sincer@s, es en gran parte por esto por lo que genera tanta ilusión una candidatura nueva y de apariencia lozana entre votantes desencantad@s de una muchedumbre apática: con un simple voto, el votante del PP apacigua sus pesadillas protagonizadas por Rodríguez Zapatero y la negociación con ETA, el del PSOE aleja la imagen de Rajoy y sus recortes (o incluso Aznar y su apoyo a la invasión de Iraq) y el de Podemos puede alejar a ambos e incluso dar un puñetazo en las mesas del Parlamento Europeo y la Zarzuela. En realidad, pese a los porcentajes de abstención, es en las elecciones donde ni siquiera la mayoría silenciosa parece tan silenciosa. ¿Cuáles son los porcentajes de activismo cotidiano en todo tipo de sindicatos, asociaciones o colectivos? Un mismo suspiro lastimero recorre todo el mundo, de España a Cuba y de EEUU a Venezuela: la gente no se implica mucho en política, pero al menos vota. Si Podemos hubiera querido militantes antes que votantes, no se habría creado Podemos, como respetuosamente les recordó Carlo Frabetti en su artículo Debemos. La comparación entre las trayectorias de las CUP catalanas y del partido de Monedero, Iglesias y cía. debería de ser suficiente para remachar esta idea.


Podemos es, dicho está, una formación dispuesta a recoger esos votos, como ya ha empezado a demostrar. Pero ¿los votos de quién? Bueno, el voto es anónimo, pero sabemos qué intentan recoger –la fuerzas desatadas el 15-M de 2011 y en las movilizaciones de todo este ciclo, aún inconcluso– y cuáles son sus metas... más o menos. En realidad, si algun@s calificamos a Podemos de «populistas» sin por ello hacerle el caldo gordo a PP, PSOE y cía. es porque el centro de su discurso y, sobre todo, del entusiasmo que genera está en a quiénes atacan («la casta», «los culpables de la crisis», «las minorías extractoras», «la jauría», «las minorías privilegiadas», etc.) y no en sus objetivos. Las comparaciones son odiosas, lo sabemos, pero si el anarcosindicalismo se ha dotado de principios, tácticas y finalidades y, dentro de eso, cada un@ ya sabía y sabe cuál es el margen de variación, la pablítica de Podemos –perdonen los jueguecitos de palabras– parece más vaga, sea por su funcionamiento abierto, por lo cómodo de la imprecisión... o por todo ello a la vez. En todo caso, parece haber cierto programa político: más y mejores servicios públicos y, consecuentemente, una recaudación menos injusta y una auditoría de la deuda pública, mayor control de la banca y menor derroche privado y (sobre todo) público, dignificación de la situación de la mujer (derecho al aborto, trabajo doméstico), laicismo y respeto a las decisiones colectivas dentro y fuera del estado (federalismo y antiimperialismo). Soberanía nacional, vaya. Que este estado no parezca el cortijo privado de unos cuantos. Patriotismo de verdad y no del de desfile y paliza al inmigrante –y en esto, reconocemos que Podemos sí está planteando una alternativa a las bases de cierta ultraderecha–.
Tiene la debida lucidez con respecto a las mujeres y sectores LGBT y con respecto a las relaciones entre pueblos. Por lo demás, es un estupendo programa para el siglo XVII (Spinoza, Locke), XVIII (Rousseau, Montesquieu, Kant) y la primera mitad del XIX (por poner ejemplos autóctonos: Blanco White, Riego, el Empecinado, Espartero, Mendizábal, Espronceda, Madoz... ). A estas alturas, eso sí, esto ya huele: sabemos que la igualdad, la libertad y la independencia civil no se alcanzan escribiéndolas en un papel, sabemos que la patronal y la misma troika a la que Podemos quiere enfrentarse nos coaccionan (individual y colectivamente) y aún pueden hacerlo más y que no hay ciudadanía ni ley allá donde hay coacción, sabemos que sólo se emancipan comunidades decididas a ello y que lo que está aglutinando Podemos es una masa de votantes de l@s cuales no se sabe cuánt@s estarían dispuest@s a algo más que meter un papel en una urna cada cuatro años o un enlace en su cuenta de twitter o facebook. Hemos aprendido algo del fracaso del liberalismo y podemos... darnos por enterad@s, de verdad, algun@s intentamos hacerlo.
¿Se pueden recoger esas energías de este ciclo de luchas de tres años obviando los últimos doscientos años de historia? Sí se puede: soñando con a) una Arcadia keynesiana donde nadie se queda en paro tanto tiempo como para ser desahuciado ni caer en la pobreza extrema, a la clase media le llueven trabajos cualificados y hasta las estadísticas de crecimiento macroeconómico sonríen con benevolencia (un proyecto de tipo más islandés) o b) una revolución bolivariana que quizá empiece como intento de keynesianismo, pero tenga el punto de mira en llegar a una superación pacífica y progresiva del capitalismo, posibilidad que no podemos apoyar, pero que no entramos a valorar en profundidad por falta de detalles sobre los pros y contras del modelo venezolano.

Recapitulando: Podemos ha encontrado un espacio hecho a medida y se lo está apropiando, como es natural. No es exactamente un espacio generacional (aunque haya muchos más no-votantes de la Constitución del 78 que votantes) ni tampoco un espacio de clase (aunque Podemos parece alimentar las fantasías de cierta clase media mejor que nadie), es un espacio para un populismo de izquierdas, que defiende la soberanía nacional evitando las tentaciones fascista, eurófoba, etc. y, al hacerlo, le quita terreno bajo las pies a las organizaciones basadas precisamente en esas tentaciones y se puede, incluso, atraer votantes desencantad@s de la derecha. Puede seguir sacudiendo el panorama macropolítico español, puede escorar el marco del debate político español hacia la izquierda y bien podría formar parte –liderándolos, incluso– de una mayoría parlamentaria y un gobierno reformistas, los primeros en más de setenta años. Lo que no va a hacer en ningún caso –es posible, de hecho, que los debilite– es cumplir los buenos propósitos asamblearios, antipartidistas, autoorganizativos y revolucionarios que han formado parte, en conflictiva mezcla, del llamado movimiento 15-M y de las asambleas populares –a las que han ninguneado desde el mismo manifiesto prenatal– y que hacían que todo ello entroncara con más de un siglo de movimiento de la clase oprimida por su liberación y el fin de la sociedad de clases.

viernes, 15 de agosto de 2014

El cuco como modelo de doble rasero (en la violencia, la subversión, la destrucción, etc.)

Desde un punto de vista superficial, el cuco no es un pájaro violento o agresivo. No se le ve dando picotazos a otras aves si no son ellas quienes lo hacen primero. Por el contrario, sí se puede ver a un petirrojo o un carricero común emprendiéndola a picotazos con cucos adultos. Siempre ejerciendo de observadores superficiales, diremos que son estos otros pájaros los agresivos, los violentos.

Lo que los cucos adultos hacen, algo aún más característico que su canto, es ahorrarse el mantenimiento de sus crías poniendo sus huevos en nidos ajenos. Cada hembra está especializada en poner huevos que imiten los de otra especie, leemos, hasta veinticinco de ellos, pero rara vez más de uno por nido y nunca más de dos, la diversificación es clave. Si la segunda ave la sorprende en su nido, sin haber llegado a poner los huevos, echará al cuco a picotazos y fin de la historia.
Si, en cambio, la madre cuco se sale con la suya, al cabo de su gestación, el polluelo-colono sale del huevo y tal como sale, enclenque, sin plumas ni plumón, con los párpados cerrados, la emprende a empujones con todo hasta que consigue tirar del nido los huevos. En algunos casos, su madre le habrá adelantado trabajo engullendo uno de los huevos del nido parasitado. Además, la gestación del cuco es más rápida que la de muchas aves de su tamaño, pero, aunque uno de sus hermanos adoptivos ya haya nacido, a menos que pese mucho, lo matará igualmente arrojándolo del nido, asegurándose así de que no le faltará comida. Los (forzosos) padres adoptivos, siguiendo la llamada del instinto, alimentan a la cría-colono, que también tiene entre sus características la insistente demanda de comida, durante dos y hasta tres semanas. Al cabo, el cuco es un pájaro adulto que en algunos casos apenas cabe en el nido y dobla en tamaño a cualquiera de sus progenitores (véase la foto).
Llegado a este punto, el cuco emigrará a tierras más cálidas y cuando regrese, al cabo de tres estaciones, volverá a empezar el ciclo.

Un@ puede verlo de manera superficial y recalcar que el cuco no la emprende a picotazos sin ataque previo, pero este sigue siendo un ente invasor y destructivo que empieza su vida aniquilando para no tener que compartir recursos y que la culmina depredando el trabajo de otros.
Quien quiera hacer el mismo tipo de observación con el modo en que funcionamos las personas, instituciones y empresas tendrá que preguntarse quiénes son y por qué l@s violent@s, l@s subversiv@s, l@s destructores. Tendrá que preguntarse si l@s máxim@s responsables del estado de las cosas no tienen quizá la máxima responsabilidad  de que al caos se le llame libertad, de que cada ataque a la estabilidad sea visto como una sana subversión, cada cambio de paradigma (¿decidido por quién? ¿debatido cómo y cuándo?) com0 una alegre ruptura y la carrera hacia ninguna parte, una festiva revolución.

sábado, 26 de julio de 2014

Fulano a la guillotina, cárcel para Mengano

Ahora que la crispación social alcanza cotas que nuestra generación no había visto, abundan cada vez más las voces de venganza. Se reclama la cárcel para «los causantes de la crisis» –como suponiendo que se puede trazar una línea y designar a unas personas concretas como responsables y el resto, sentirnos inocentes– o se reclama lisa y llanamente la guillotina, sea para ell@s, para la élite en general o, simplemente, para la familia real, entendiendo que en estados como el español existen, con respecto a la revolución francesa, algo así como «ejecuciones históricamente pendientes».

La verdad es que algun@s no queremos derrocar a la clase dirigente para matarlos, encarcelarlos, deportarlos a los climas más extremos ni encomendarles los trabajos más cansados, sólo para instituir una sociedad nueva, sin clases, de la que ell@s mism@s quizá quieran formar parte y en la que no podrán suponer una amenaza, ni aunque quieran. Sólo queremos el poder sobre sus vidas para no utilizarlo. Lo mejor que podríamos hacer con él es eso, demostrarles lo que es humanidad. Queremos la victoria para ser magnánim@s, por la misma razón que la grandeza no se exhibe, se ejerce. Lo mejor que podríamos hacer, vaya, es demostrarles que «ética» no es sólo una palabra y que, las más de las veces, el poder sobre otro ser humano puede, debe, no usarse.

miércoles, 18 de junio de 2014

Bajo el hechizo de Ende: El espejo en el espejo

Por aquí no tenemos nada que ofrecer de nuestra cosecha, pero sería un error decir que no tenemos nada. Ha sido volver a leer a Michael Ende y enamorarnos aún más de la literatura. La culpa, en este caso, es de El espejo en el espejo, un conjunto de relatos sin título, ocasionalmente unidos por algún elemento, pero muy autónomos.
Tanto o más que Momo o La historia interminable, estos relatos ofrecen una puerta simbólica poderosa, pero no retorcida, como las de algunos cuentos tradicionales y sueños, para abordar cuestiones de la vida tal como la conocemos o de la condición humana. No querría, si alguien llega a leer esta entrada, crearle expectativas tan grandes como para que el texto pueda decepcionarle... posiblemente Ende no se planteara la escritura de este libro en esos términos, pero diría que consigue que el lector piense en cosas de la mayor importancia y lo hace con elementos simbólicos de lo más sencillo, lo más indispensable del instrumental.

La edición que hemos leído es una traducción de Anton y Genoveva Dieterich publicada por Alfaguara y de ella destacamos, para empezar, este brillante fragmento, posiblemente la mejor explicación del capitalismo (como religión, claro) que hayamos leído nunca:
–¡El dinero lo puede todo! –gritó el predicador–, une a las personas a través del acto de dar y tomar, puede transformar todo en todo, espíritu en materia y materia en espíritu, convierte piedras en pan y crea valores de la nada, se autofecunda eternamente, ¡es todopoderoso, es la forma bajo la que dios está entre nosotros, es dios! Donde todos se enriquecen con todos, ¡se vuelven ricos todos al final! ¡Y donde todos se hacen ricos a costa de todos, nadie paga los gastos! ¡Milagro de milagros! Y si preguntáis, queridos creyentes, ¿de dónde viene toda esta riqueza? Yo os lo digo: ¡viene de su propio beneficio futuro! Su propio provecho futuro es lo que disfrutamos ahora. Cuanto más tengamos ahora, mayor será el beneficio futuro, y cuanto mayor sea el beneficio futuro, más tendremos ahora. De esta manera, somos nuestros propios acreedores y nuestros propios deudores para siempre, y nosotros nos perdonamos nuestras deudas, amén!

martes, 13 de mayo de 2014

El frente al que vamos a morir sin darle mayor importancia

No es la crisis económica, la falta de inversión en I + D, ni la fuga de cerebros. Aunque tenga que ver con eso, el meollo del asunto no está ahí. Algo se está tragando los mejores años de nuestra vida (eso nos dijeron que serían) y no son los recortes presupuestarios, ni la derecha.
Sintiéndolo mucho, ese desagüe traga y traga y seguirá haciéndolo aunque se acaben la crisis, los recortes y demás. Hay que ganarse la vida, he ahí el problema. Literalmente: nuestras vidas no son nuestras ni nosotr@s dign@s de ellas, vivimos en un sistema socioeconómico donde da igual que haya de sobra para tod@s porque el número de sillas es el que es y, cuando se pare la música, alguien tendrá que quedarse de pie hasta la próxima partida. O la siguiente. O hasta que en vez de la partida, sea la vida la que se le acabe, o lo haga su interés por semejante «vida».
La competencia y la angustia por ganarse la vida, por buscarse la vida en vez de vivir, componen el matadero al que entramos sin resistencia, sin siquiera una bandera blanca porque a esta guerra que declaró la economía a la vida ni se la menciona. Nos cuesta hasta usar la palabra «capitalismo»... va a ser cierto que «el mejor truco del Diablo fue convencer al mundo de que no existe».

Estudia una carrera o un ciclo formativo; después ¿por qué no otra carrera o ciclo? y después, ¿por qué no un máster? ¿El antiguo CAP? ¿Mejor unas oposiciones, para mayor estabilidad? No basta con ser buen@; buen@s, hay much@s, ¿eres el mejor? ¿De l@s mejores, al menos? Y prácticas, ¿has hecho prácticas? ¿Has hecho suficientes prácticas? ¿Lo bastante mal remuneradas? ¿Tanto que hayas tenido que repetirte «Es para hacer curriculum» como una letanía? Y el trabajo en sí, ¿cuánto has trabajado? Piensa en todo el tiempo que no lo hayas hecho: a menos que hayas estado estudiando algo productivo, serán «lagunas» en tu CV.
Piensa que todo el tiempo que sí lo hayas hecho es tiempo que no recuperarás jamás... ¿lo echarás de menos? Piensa en la gente mayor que tú que conoces, en la edad a la que se han jubilado –l@s que se han jubilado– y la edad a que han muerto, l@s que ya han muerto. ¿No echarás de menos todas esas horas si mueres a los 90? Y ¿a los 76? ¿A los 65, a los 59, a los 46? Todo lo que has hecho para «desconectar», para no pensar en esos trabajos (o esas prácticas, o esos estudios) que devoraban tu tiempo o, simplemente, para descansar de un cansancio que no habías deseado, ¿echarás de menos el tiempo consumido?

lunes, 21 de abril de 2014

Qué tengo yo que ver con Fredy Villanueva

Yo llegué a Montréal, la capital oficiosa del Canadá francófono, un 21 de agosto de 2008, once días después de que se produjeran los primeros disturbios graves en la historia de la aglomeración montrealesa. En concreto, habían sido en la periferia precaria y llena de población inmigrante de Montréal-Nord y lo que parecía haberlos desatado era la muerte a manos de la policía municipal (SPVM) de Fredy Villanueva, un chico de origen hondureño.

La mitología (neo)liberal quiere que todo suceda de manera inconexa y más o menos casual, mientras a la clase dirigente no le convenga sostener lo contrario, así que debe de ser casualidad que en Montréal-Nord se acumulara una masa de inmigrantes y refugiados superior al promedio de la isla, que sus habitantes tengan mayor tendencia a la precariedad laboral y el paro y que la tasa de delincuencia también supere la del entorno. En este goteo de coincidencias, tampoco requiere mayor explicación que Fredy Villanueva acabara llevándose dos tiros mortales porque sí.

Lo más inquietante del asunto es lo gratuito: imaginemos un grupo de jóvenes jugando a los dados (apostando con dinero) en un aparcamiento de Montréal-Nord. Como ese tipo de prácticas están prohibidas en la vía pública por aquellos lares, imaginemos a una patrulla del SPVM bajándose del coche para acabar con la infracción. La piedra ya está rodando; sigamos imaginando: la situación se convierte en una discusión, uno de los jóvenes (Dany Villanueva, hermano mayor de Fredy) se acerca a los agentes en una actitud que est@s consideran agresiva, de modo que cada uno le agarra de un brazo y lo llevan hasta su coche patrulla, donde lo inmovilizan contra el capó. Imaginemos que Dany había sido miembro de una pandilla callejera, que asegura haber abandonado antes de la muerte de su hermano, después de una estancia en prisión, y que tenía antecedentes por hurtos y que, de hecho, ya conocía al agente Lapointe –que luego abrirá fuego– porque este, según él, le había sorprendido en infracción de tráfico un año de antes y le había ofrecido ahorrarse la multa a cambio de ser confidente policial y, puestos a imaginar, que un testigo aseguraba que el agente Lapointe le había preguntado «desde cuándo los latinos y los negros hacen piña», entre otras provocaciones.
Ya puestos, imaginemos que toda la situación se violenta: Dany se revuelve en la presa, consigue zafarse de la compañera de Lapointe, este le derriba, le placa y, según Villanueva, le dificulta la respiración. Imaginemos, pues, que Dany empieza a revolverse con menos facilidad y más desesperación, que sus compañeros empiezan a estrechar el cerco en torno a Lapointe y este, al notarlo, se considera en serio peligro. Las versiones difieren: ni l@s otr@s chic@s, ni la investigación oficial posterior consideran que Lapointe llegara a ser estrechamente rodeado, mucho menos que se le abalanzaran encima (su compañera de patrulla dijo que en ningún momento había sentido su vida amenazada). Tampoco es que eso cambie ya algo, la piedra ya es una avalancha: el agente Jean-Loup Lapointe, ex-militar, efectúa cuatro disparos, de los que dos matan a Fredy Villanueva, de 18 años, al impactarle en el torso y otros dos (uno de los cuales también ha atravesado un antebrazo de Fredy) hieren a otros dos chicos en la espalda y un hombro, respectivamente.


Dada la gravedad del asunto y de los disturbios del día siguiente, se llevó a cabo una investigación oficial, más allá de la policía, que es la que ha permitido ver qué hay de contrastado y qué de dudoso en las diferentes versiones sobre los hechos... pero nada de eso cambia un muerto de 18 años y dos heridos de bala por apostar dinero a los dados.
Más aún: la familia Villanueva había llegado a Canadá en 1998 huyendo de las amenazas que pesaban sobre los padres de Dany y Fredy por un litigio sobre tierras. Las andanzas pandilleras de Dany supusieron que se le rechazara el status de refugiado en 2006 y la CBSA o ASFC, la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (que repatrió a la fuerza al autor de estas líneas en octubre de 2008), solicitó que se le expulsara del país, como volvieron a solicitarlo en 2007 (sin éxito) y 2009, solicitud que llevó a que se le expulsara en 2011, muy oportunamente, pues Dany iba a testificar ante la comisión que investigaba la muerte de su hermano y no pudo, por ello, hacerlo.
El retorno de Dany a Honduras, dadas las amenazas que pesaban sobre la familia Villanueva, supuso que dos de sus primos, Daniel José Madrid y Gustavo Madrid, posiblemente confundidos con Dany, fueran objeto de intentos de asesinato en el país centroamericano en aquel otoño de 2011; el uno habría muerto y el otro habría resultado herido de gravedad. El agente Lapointe, por su parte, nunca ha sido acusado de ningún delito, por lo que ha seguido y sigue en el SPVM; de hecho, según una periodista de la Montreal Gazette, ahora estaría destinado en el Grupo táctico de intervención, lo que en el SPVM sería el equivalente de las unidades SWAT, GEO, etc. de otras policías.

miércoles, 2 de abril de 2014

El especismo explicado en 54 palabras

«Especismo» es defender que los animales de otras especies, aunque los ojos nos digan que son nuestros semejantes, aunque nos lo digan los análisis comparados de ADN, su sistema nervioso y cualquier comparación, deben tener la misma consideración ética y jurídica que un vegetal e incluso la misma que una piedra o un mueble.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Saber morir: últimas cartas antes de ser fusilado


Quizá el mayor reto en la vida sea saber vivir y, para ello, probablemente haga falta saber morir. Del libro La vie à en mourir. Lettres de fusillés (que también se publicó en traducción al castellano: Vivir a muerte. Las últimas cartas de los fusilados en los campos de concentración) me han impresionado muchas cosas, pero una por encima de todo. Me refiero a la serenidad lúcida con que muchos parecen afrontar su muerte y, en concreto, los casos de Fernand Zalkinow, que lo hizo a los 18 años, y Marcel Rayman, a los 20. El caso de Marcel Rayman es aún más chocante, ya que el joven, confrontado a la muerte, desborda vitalidad.
La traducción de Dánae Barral Hortet publicada por la editorial Barril Barral, dicho sea con el debido respeto y la debida humildad, no me convence, como tampoco otras decisiones editoriales –un subtítulo absurdo, pues muchos de ellos nunca fueron a campos de concentración, erratas de la edición original no corregidas, etc.–, por lo que me permito traducir a mi manera tanto el fragmento de Zalkinow, como la carta de Rayman y las reseñas biográficas, un tanto resumidas.

«Me parece que todo ha sido alegre en mi infancia, junto a vosotros. Habría estado muy bien vivir, amar. Me parece que nunca he sido tan joven como en este momento. Hoy hace sol y estoy muy contento.

(…)

Quizá toda la vida haya sido sólo un sueño. Nunca creí que la muerte fuera para Mí. Los demás podían morir, ¡yo, no! Y creo que aún no lo creo, tal vez es por eso por lo que soy tan valiente.

Los compañeros y yo no hemos sido cobardes. Lo que pasa es que es muy difícil, quienes no han pasado por esto no pueden saberlo. Sí que somos niños, unos y otros; nunca hemos pretendido ser héroes, no hay que pedirnos demasiado.

Hemos pedido como última gracia morir juntos; si nos la conceden, ya será mucho más fácil, somos capaces de morir sonriendo.»



Fernand Zalkinow (1923-1942), en la carta a su hermana mayor.

Peletero después de haber sido administrativo, militó en las Juventudes Comunistas desde el verano de 1940, en los Batallones de la Juventud (verano del 41) y fue miembro del comando que mató al aspirante de marina Alfons Moser en Barbès (París) y del que atacó a un suboficial alemán en el bulevar de Strasbourg, entre otras acciones. Fue detenido el 31-X-41 y fusilado el 9-III-42 con otros seis jóvenes resistentes. Su padre, Nojm, fue fusilado cinco meses más tarde y el resto de la familia, deportados a Auschwitz y Sobibor y gaseados.






«Mi querido Simon,



Cuento contigo para hacer por mí todo lo que yo no puedo hacer. Te mando un abrazo, te adoro, estoy contento, vive feliz, haz feliz a Mamá como habría querido hacerlo yo si hubiera vivido. Viva la vida hermosa y alegre, que todos tendréis. Avisa a mis amigos y camaradas de que les quiero a todos. No hagas caso si esta carta es alocada, es que no puedo quedarme serio.



Marcel»



Marcel Rayman (1923-1944), carta a su hermano Simon (1928-¿?).

Llegó de Polonia con sus padres en 1930, trabajó como tejedor y se unió a la MOI,  después a la Unión de la Juventud Judía y, en fin, a los FTP-MOI, hasta convertirse en responsable militar del Equipo Especial en el verano de 1943, una de cuyas acciones fue la ejecución del SS-Standartenführer Julius Ritter (28-IX-43). Figura en el famoso cartel rojo con la inscripción «13 atentados» y fue uno de los 22 fusilados en el monte Valérien el 21-II-44.

jueves, 6 de marzo de 2014

Informe de la guerra social en el estado español (6-III-14)

· Los sectores institucionalistas empiezan a tomar posiciones para las elecciones al parlamento europeo de mayo. El PP ha sido desbordado por la derecha (Vox) e IU, desestabilizada por Podemos, una candidatura mediática, más dirigida a l@s jóvenes y que intenta lanzar un populismo de izquierdas; pese a no tener proyección postelectoral, esta lista electoral podría tanto hacerle la competencia a IU como fusionarse con ella.

· L@s oprimid@s también empezamos a recuperar posiciones: por un lado, las luchas ya activas persisten y algunas cobran fuerza (véase la larguísima huelga en Panrico o la lucha contra la carestía del transporte público en Barcelona). Por otro, el patrimonio de lucha acumulado da frutos: l@s vecin@s del barrio burgalés de Gamonal -que los mayores de 25 recordamos por la lucha en torno al aparcamiento de la calle Eladio Perlado- han vuelto a dar una lección de unidad y coraje a las autoridades y el SAT, por su parte, ha aglutinado a su alrededor a muchos otros grupos para echar un gran pulso a las autoridades, con columnas de todo el estado que convergerán en Madrid sin intención de retirarse hasta conseguir sus objetivos.

· Al otro lado de la barricada, los elementos más lúcidos del sistema (véanse un par de ejemplos aquí o aquí) toman nota de la rabia que se va apoderando de la clase oprimida y del riesgo que esto implica para el estado de cosas que defienden, mientras otros intentan evitar que esto siente precedente. El tiempo dirá si son realmente capaces de impulsar el cambio de rumbo que quieren; el ejemplo de Ucrania quizá sea el más claro reflejo de sus temores: un malestar social que, sin ningún programa política en especial, degenera en caos y en la toma de las calles por una masa políticamente multiforme e incluso enfrentada.

lunes, 24 de febrero de 2014

Los puños en alto no salen en la foto

Albert Einstein, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Jack London, Benito Pérez-Galdós, Érik Satie, George Bernard Shaw, Oscar Wilde... ¿por qué cuesta tan poco hablar de ellos y tanto reconocer que eran socialistas? Libertarios o autoritarios, militantes o simpatizantes, todos lo fueron... y, quizá parezca ingenuo, pero no deja de sorprenderme que rara vez se diga.

viernes, 24 de enero de 2014

Belgrado y yo

Hay crímenes de los que un@ tiene noticia, crímenes cometidos en nombre de un@ y crímenes que casi consiguen la aprobación de un@. Todas estas categorías, claro, están representadas en el mundo del crimen político y, si los ejemplos de lo primero se dan a paladas (de Lucrecia y Guillem Agulló a Ruanda, de ETA a la guerra civil siria o de Rodney King y Reginald Denny a las turbas islamófobas que se están dando en Birmania últimamente), los de las otras dos categorías también existen. Esta es una de esas veces que escribo, como un colegial, en primera persona del singular y lo hago porque he vivido en dos estados distintos, ambos miembros de la OTAN, y he sido utilizado para justificar los sucesivos ataques contra Yugoslavia, Iraq y Libia (¿y Siria... ?). He aquí algunas de las cosas que más me inquietan en el caso de Yugoslavia: que puede que fuera el menos cruento, pero eso no resucitará a l@s muert@s ni reparará el daño hecho, incluso sin tener en cuenta las vidas segadas, que a l@s menos madur@s –yo tenía 15 años– nos convencieron de que había un@s mal@s y que, visto lo que vendría después, nos empezaron a insensibilizar con aquello.

Oyendo la radio de entonces, leyendo los periódicos de entonces, viendo la televisión de entonces estaba claro que Milosevic era un tirano que estaba deportando a albanokosovares a campos de exterminio. Por extensión, si «los serbios», militares o paramilitares, eran los malos malísimos, los milicianos de la UÇK eran los buenos. Con 15 años, los hombres de la UÇK me parecían héroes, los maquis de nuestro tiempo... y eso que no sabía nada de ellos, aparte de que combatían contra «los serbios» por la independencia de Kosovo.
Cuando «por fin» «intervino» la OTAN  –eso se dijo, tranquilamente, en los mass media españoles– no se hizo con una invasión por tierra, como mi yo quinceañero deseaba, sino con bombardeos aéreos. Las muertes de civiles serbios, la persistencia de Milosevic en el poder y la supuesta persistencia del supuesto genocidio me parecieron la confirmación de mi hipótesis: se estaba matando sólo por hacer algo, Yugoslavia debía parecerse menos a Iraq y convertirse en la Francia de 1944. La OTAN me decepcionó, como, por otra parte, era lógico; Kosovo se convirtió en una especie de extraño protectorado independiente de facto de Yugoslavia, luego de Serbia, y el asunto pasó a ocupar poco espacio en mi memoria durante años.
Tuvo que ser la creación humana, la música de Hechos contra el Decoro, corroborada en 2012 por la obra Belgrado de Angélica Liddell, quien me recordara que en Belgrado y en toda Yugoslavia se había matado, herido, destruido y envenenado más allá de cualquier idea de lo que puede ser una intervención militar para detener una campaña militar  –por no hablar del problema de la legitimidad en cuanto a que la OTAN haga esto contra un estado que no pertenece a ella o de que los líderes carguen de palabra contra otros líderes y lo pague la clase oprimida –. «Los escombros eran tan fríos que mis lágrimas se congelaron», cantaban HcD en ruso, y sólo después de oír eso, años después, me di cuenta de lo difícil que me habría sido justificar algo así de ser mi ciudad la bombardeada, mi tierra (lo que quiera que signifique eso) la eviscerada con municiones de uranio. A la luz de lo que vendría después en Afganistán, Iraq, Libia y Siria, así como de las declaraciones parsimoniosas de Javier Solana, ese afable criminal de guerra, un@ se da cuenta de hasta qué punto Yugoslavia fue objeto de un experimento. Y de lo poco que nos importaron a l@s demás l@s más de mil o dos mil muert@s, los miles y miles de herid@s, el uranio de las 31.000 bombas arrojadas, la contaminación del suelo, el aire y el agua, la contaminación de los cuerpos de l@s muert@s, de l@s nacid@s y de quienes aún habían de nacer, los cientos de edificios, puentes y monumentos destruidos.