Yo llegué a Montréal, la capital oficiosa del Canadá francófono, un 21 de agosto de 2008, once días después de que se produjeran los primeros disturbios graves en la historia de la aglomeración montrealesa. En concreto, habían sido en la periferia precaria y llena de población inmigrante de Montréal-Nord y lo que parecía haberlos desatado era la muerte a manos de la policía municipal (SPVM) de Fredy Villanueva, un chico de origen hondureño.
La mitología (neo)liberal quiere que todo suceda de manera inconexa y más o menos casual, mientras a la clase dirigente no le convenga sostener lo contrario, así que debe de ser casualidad que en Montréal-Nord se acumulara una masa de inmigrantes y refugiados superior al promedio de la isla, que sus habitantes tengan mayor tendencia a la precariedad laboral y el paro y que la tasa de delincuencia también supere la del entorno. En este goteo de coincidencias, tampoco requiere mayor explicación que Fredy Villanueva acabara llevándose dos tiros mortales porque sí.
Lo más inquietante del asunto es lo gratuito: imaginemos un grupo de jóvenes jugando a los dados (apostando con dinero) en un aparcamiento de Montréal-Nord. Como ese tipo de prácticas están prohibidas en la vía pública por aquellos lares, imaginemos a una patrulla del SPVM bajándose del coche para acabar con la infracción. La piedra ya está rodando; sigamos imaginando: la situación se convierte en una discusión, uno de los jóvenes (Dany Villanueva, hermano mayor de Fredy) se acerca a los agentes en una actitud que est@s consideran agresiva, de modo que cada uno le agarra de un brazo y lo llevan hasta su coche patrulla, donde lo inmovilizan contra el capó. Imaginemos que Dany había sido miembro de una pandilla callejera, que asegura haber abandonado antes de la muerte de su hermano, después de una estancia en prisión, y que tenía antecedentes por hurtos y que, de hecho, ya conocía al agente Lapointe –que luego abrirá fuego– porque este, según él, le había sorprendido en infracción de tráfico un año de antes y le había ofrecido ahorrarse la multa a cambio de ser confidente policial y, puestos a imaginar, que un testigo aseguraba que el agente Lapointe le había preguntado «desde cuándo los latinos y los negros hacen piña», entre otras provocaciones.
Ya puestos, imaginemos que toda la situación se violenta: Dany se revuelve en la presa, consigue zafarse de la compañera de Lapointe, este le derriba, le placa y, según Villanueva, le dificulta la respiración. Imaginemos, pues, que Dany empieza a revolverse con menos facilidad y más desesperación, que sus compañeros empiezan a estrechar el cerco en torno a Lapointe y este, al notarlo, se considera en serio peligro. Las versiones difieren: ni l@s otr@s chic@s, ni la investigación oficial posterior consideran que Lapointe llegara a ser estrechamente rodeado, mucho menos que se le abalanzaran encima (su compañera de patrulla dijo que en ningún momento había sentido su vida amenazada). Tampoco es que eso cambie ya algo, la piedra ya es una avalancha: el agente Jean-Loup Lapointe, ex-militar, efectúa cuatro disparos, de los que dos matan a Fredy Villanueva, de 18 años, al impactarle en el torso y otros dos (uno de los cuales también ha atravesado un antebrazo de Fredy) hieren a otros dos chicos en la espalda y un hombro, respectivamente.
Dada la gravedad del asunto y de los disturbios del día siguiente, se llevó a cabo una investigación oficial, más allá de la policía, que es la que ha permitido ver qué hay de contrastado y qué de dudoso en las diferentes versiones sobre los hechos... pero nada de eso cambia un muerto de 18 años y dos heridos de bala por apostar dinero a los dados.
Más aún: la familia Villanueva había llegado a Canadá en 1998 huyendo de las amenazas que pesaban sobre los padres de Dany y Fredy por un litigio sobre tierras. Las andanzas pandilleras de Dany supusieron que se le rechazara el status de refugiado en 2006 y la CBSA o ASFC, la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (que repatrió a la fuerza al autor de estas líneas en octubre de 2008), solicitó que se le expulsara del país, como volvieron a solicitarlo en 2007 (sin éxito) y 2009, solicitud que llevó a que se le expulsara en 2011, muy oportunamente, pues Dany iba a testificar ante la comisión que investigaba la muerte de su hermano y no pudo, por ello, hacerlo.
El retorno de Dany a Honduras, dadas las amenazas que pesaban sobre la familia Villanueva, supuso que dos de sus primos, Daniel José Madrid y Gustavo Madrid, posiblemente confundidos con Dany, fueran objeto de intentos de asesinato en el país centroamericano en aquel otoño de 2011; el uno habría muerto y el otro habría resultado herido de gravedad. El agente Lapointe, por su parte, nunca ha sido acusado de ningún delito, por lo que ha seguido y sigue en el SPVM; de hecho, según una periodista de la Montreal Gazette, ahora estaría destinado en el Grupo táctico de intervención, lo que en el SPVM sería el equivalente de las unidades SWAT, GEO, etc. de otras policías.
Lo más inquietante del asunto es lo gratuito: imaginemos un grupo de jóvenes jugando a los dados (apostando con dinero) en un aparcamiento de Montréal-Nord. Como ese tipo de prácticas están prohibidas en la vía pública por aquellos lares, imaginemos a una patrulla del SPVM bajándose del coche para acabar con la infracción. La piedra ya está rodando; sigamos imaginando: la situación se convierte en una discusión, uno de los jóvenes (Dany Villanueva, hermano mayor de Fredy) se acerca a los agentes en una actitud que est@s consideran agresiva, de modo que cada uno le agarra de un brazo y lo llevan hasta su coche patrulla, donde lo inmovilizan contra el capó. Imaginemos que Dany había sido miembro de una pandilla callejera, que asegura haber abandonado antes de la muerte de su hermano, después de una estancia en prisión, y que tenía antecedentes por hurtos y que, de hecho, ya conocía al agente Lapointe –que luego abrirá fuego– porque este, según él, le había sorprendido en infracción de tráfico un año de antes y le había ofrecido ahorrarse la multa a cambio de ser confidente policial y, puestos a imaginar, que un testigo aseguraba que el agente Lapointe le había preguntado «desde cuándo los latinos y los negros hacen piña», entre otras provocaciones.
Ya puestos, imaginemos que toda la situación se violenta: Dany se revuelve en la presa, consigue zafarse de la compañera de Lapointe, este le derriba, le placa y, según Villanueva, le dificulta la respiración. Imaginemos, pues, que Dany empieza a revolverse con menos facilidad y más desesperación, que sus compañeros empiezan a estrechar el cerco en torno a Lapointe y este, al notarlo, se considera en serio peligro. Las versiones difieren: ni l@s otr@s chic@s, ni la investigación oficial posterior consideran que Lapointe llegara a ser estrechamente rodeado, mucho menos que se le abalanzaran encima (su compañera de patrulla dijo que en ningún momento había sentido su vida amenazada). Tampoco es que eso cambie ya algo, la piedra ya es una avalancha: el agente Jean-Loup Lapointe, ex-militar, efectúa cuatro disparos, de los que dos matan a Fredy Villanueva, de 18 años, al impactarle en el torso y otros dos (uno de los cuales también ha atravesado un antebrazo de Fredy) hieren a otros dos chicos en la espalda y un hombro, respectivamente.
Dada la gravedad del asunto y de los disturbios del día siguiente, se llevó a cabo una investigación oficial, más allá de la policía, que es la que ha permitido ver qué hay de contrastado y qué de dudoso en las diferentes versiones sobre los hechos... pero nada de eso cambia un muerto de 18 años y dos heridos de bala por apostar dinero a los dados.
Más aún: la familia Villanueva había llegado a Canadá en 1998 huyendo de las amenazas que pesaban sobre los padres de Dany y Fredy por un litigio sobre tierras. Las andanzas pandilleras de Dany supusieron que se le rechazara el status de refugiado en 2006 y la CBSA o ASFC, la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (que repatrió a la fuerza al autor de estas líneas en octubre de 2008), solicitó que se le expulsara del país, como volvieron a solicitarlo en 2007 (sin éxito) y 2009, solicitud que llevó a que se le expulsara en 2011, muy oportunamente, pues Dany iba a testificar ante la comisión que investigaba la muerte de su hermano y no pudo, por ello, hacerlo.
El retorno de Dany a Honduras, dadas las amenazas que pesaban sobre la familia Villanueva, supuso que dos de sus primos, Daniel José Madrid y Gustavo Madrid, posiblemente confundidos con Dany, fueran objeto de intentos de asesinato en el país centroamericano en aquel otoño de 2011; el uno habría muerto y el otro habría resultado herido de gravedad. El agente Lapointe, por su parte, nunca ha sido acusado de ningún delito, por lo que ha seguido y sigue en el SPVM; de hecho, según una periodista de la Montreal Gazette, ahora estaría destinado en el Grupo táctico de intervención, lo que en el SPVM sería el equivalente de las unidades SWAT, GEO, etc. de otras policías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario