martes, 31 de enero de 2012

Hambre y sed de ternura

Hay una idea que se pasea por mi cabeza desde hace quizá uno o varios años, cuando vi un fragmento de entrevista a Jacques Brel, y lo curioso es que no se trata de algo que él dijera, sino algo sobre dos conceptos fundamentales de los que hablaba: amor y ternura.
La diferenciación que ha echado raíz en mí -y que ha resultado no ser del maestro, ahora que he vuelto tras mis pasos, aunque él me diera la semilla- es que el amor es un sentimiento y la ternura, una actitud. La diferencia no es banal, porque lo que un@ siente, sólo esa persona lo sabe y, si intentamos compartirlo y transmitirlo, es, precisamente, mediante acciones y actitudes: "Obras son amores y no buenas razones", como reza el dicho popular (no olvidemos: "razones" se usaba a menudo, en siglos pasados, para referirse a "palabras" o "frases").

Por desgracia, igual que las relaciones de amor suelen crear más problemas que las personas que las viven y los sentimientos que les unen, el amor, en tanto que fenómeno (presuntamente) sentido y explicitado no está, a menudo, a la altura de la ternura. Sobrevalorado como Centro de la Existencia, maltratado como coartada para maltratadores/as ("... pero te quiero... ") y, lo que es peor, para maltratad@s ("... pero me quiere... ") o estéril cuando no encuentra correspondencia y cuando las neurosis de los hombres y mujeres crean problemas de la nada, el señor Amor no está a la altura de la dama Ternura, cuyas obras, aunque también pueden ser engañosas, como las palabras, no lo son tan fácilmente -nos atrevemos a afirmar, sin poder demostrarlo a ciencia cierta-. Además, el cuerpo tiene su propia memoria, donde nunca hay lugar para el dolor y siempre para el placer.

Seamos sincer@s: dos pares de ojos que se miran dulcemente, dos personas que sostienen un diálogo (de minutos o de decenios) en la lengua de la ternura no necesitan saber si la otra le ama como se amaban sus padres, o como lo hacían Bonnie y Clyde, o como Samuel Beckett y Suzanne Déchevaux-Dumesnil, o como Brassens y Joha Heiman, si el encuentro durará una noche o una vida, si la profundidad de la conexión surgida va más allá de la confianza que pide la intimidad (¿en qué escala, además?)...
Más que saber nada de eso, más que ponerle nombres o etiquetas a lo que sentimos, más que saber si coinciden al 100%, al 61 o al 37'285, me atrevo a proponer a l@s demás aquello que veo en mí mismo: lo que deseamos -y quizá necesitamos- es ser tratados tiernamente. Más allá de todos los miedos, todas las inseguridades o toda la vulnerabilidad que podamos sentir, más allá de lo que pueda ocurrir mañana, algo brota cuando vemos una de esas personas tan especiales, cuando pensamos en ella o, simplemente, la sentimos. Más allá de todo eso, de lo que se trata es de mis manos bajo tu ropa y las tuyas bajo la mía.

jueves, 26 de enero de 2012

Y ¿entonces... ? (Una autoaclaración)

Al autor de este cuaderno virtual se le nota que oscila entre varios extremos, que intenta ser dos o tres tipos de persona a la vez y sólo el tiempo dirá si ello es posible al 100% o, al menos, si es posible grosso modo.
Por un lado, está el conocimiento, el análisis, la razón. La tendencia a -y el deseo de- seguir acumulando conocimientos, relacionándolos, entender cada vez mejor este mundo (tanto como se puede entender algo tan vasto y azaroso) y desarrollar un análisis cada vez más agudo y fructífero.
Por el otro, el de actuar y disfrutar haciéndolo, tocar el mundo y moverse por él sin bloqueos, sobre todo, sin bloqueos internos. La espontaneidad parece ayudar a hacerlo, mientras que la razón parece invocar a menudo una jauría de datos que ladran la importancia de tenerles en cuenta antes de hacer eso, lo que quiera que sea, creando una cacofonía que a veces paraliza tanto como ayuda a tomar una decisión fundada, otras lo hace incluso más.
Last but not least, está el otro conocimiento, el que no es inocuo, como decía en la última entrada. La memoria, que no sólo recuerda hechos menos elaborados, sino vivencias cuya fuerza está en lo emocional. Vivencias que, en tanto que hechos, piden ser gestionadas y tomadas en cuenta como datos a la hora de tomar decisiones, pero que no siempre ayudan a tomar la mejor decisión, dado que también piden saltar de entusiasmo, prender fuego a las cuatro esquinas del mundo, lamentarse sin llegar a ninguna parte o lanzarse a imprudencias estériles. A cierto nivel, "el corazón" no tiene ni recuerdos, puede pretender lanzarnos lo mismo a la esperanza que a la desesperación, esas dos odiosas caras de aquella moneda que es el pretender vivir en futuro y no en presente y puede pretenderlo una, dos o quince veces, obviando las consecuencias de intentos anteriores.

El tipo de persona que intenta ser el autor de estas líneas, el que de alguna manera se dibuja detrás de todos estos textos y algún que otro vídeo, es uno que mal que bien -o, mejor aún, bien a secas- habrá encontrado un equilibrio en medio de todo esto. Alguien que pensará, recordará y analizará sin caer en la neurosis paralizante; alguien que será cada vez un poco más capaz (en sus conocimientos, en sus destrezas físicas, en los idiomas que habla, en... ) sin convertir la autoexigencia necesaria en otra neurosis; alguien que hará lo que quiera tanto como le sea materialmente posible sin apresurarse a ello si esto último implica cerrarse demasiadas alternativas, que improvisará cayendo en el chapucismo lo mínimo posible.
En eso andamos. Andar ese sendero sin pisar a los demás es el programa de mi revolución personal, es el sendero de mi viaje interior.

sábado, 21 de enero de 2012

En medio de los recuerdos y el futuro

Cuando uno no tiene ganas de escribir sobre el mundo, pero tampoco de dejar de escribir, acaba por escribir sobre sí mismo... aunque ya hace días que escribí esto, es un tipo de texto que quizá diga algo a alguien. Lo bastante personal para que hable de mí mismo en primera persona del singular (¡horror!), pero no tan mío como para que sólo pueda ser mío, espero. Me limitaré a meter el mensaje en la botella y lo que ocurra después, sólo el mar lo sabe...

Los pensamientos negativos se me echan encima como una turba de linchamiento y no tengo claro en qué orden han empezado a golpearme.
Reincorporarse al trabajo, sentirse perseguido por plazos y horas-límites, preguntarse si existe algún santuario donde uno esté –o pueda estar– a salvo de tan odiosos enemigos, preguntarse si no está uno siendo infantil al vivir esto de manera tan problemática, añorar la infancia (por, y casi exclusivamente por) la sensación de habitar un tiempo sin tiempo, un eterno presente, recordar que (gracias, capitalismo) ni la vida de uno es de uno y hay que ganársela: en este mundo, “hay que ganarse la vida” y, a ser posible, jubilarse antes de morir. Mejor si no es inmediatamente antes de morir. Lo tengo presente, ayer mismo doné varios kilos de ropa de alguien que no la necesita porque hace cosa de tres años que trascendió la materia, por desgracia. Lo tengo muy presente, en pocos días han vuelto a pasar por mi vida esas prendas, así como un informe que me recuerda los aspectos más tristes de sus últimos días o las canciones que sonaban en mi reproductor mp3 mientras vaciábamos su piso… a lo mejor el problema es recordar. No recordar cuánto duró el asedio de Stalingrado, ni el nombre de Gavrilo Princip, ni en qué combate entre Francia y España se batió Cyrano de Bergerac, esos son recuerdos inocuos… el problema es rememorar lo otro, lo que descoloca y puede hacer daño. Lo que, cuando el dolor no tiene forma concreta, te hace preguntarte “¿No será esto…?” sin llegar a conocer la respuesta.
Algunos recuerdos merecen un futuro” canta Xhelazz con Kase.O y Jazz Magnetism y no puedo estar más de acuerdo. He estado escuchando otros discos, discos que escuché mucho hace ahora un par de años. Mi estúpida memoria vuelve a jugármela, me retrotrae a aquellos días y, en concreto, a sus buenos recuerdos, no consigo acordarme de nada malo (pese a que tuvo que haberlo). Mi cuerpo y mi psique, mi ser todo, aúllan de hambre, pero yo aún estoy intentando darles el futuro que quieren, no es tan fácil, intento hacerles entender que el pasado, el presente y el futuro no son lo mismo y no es tan fácil. Que el presente es sólo la baldosa que uno pisa en este momento y, en comparación, todo el recorrido que uno tiene detrás y el que imagina/teme/espera/intuye por delante abultan mucho, demasiado.
Para colmo, me siento frágil en un mundo frágil. No estamos en 1914 ni 1939, pero el hatajo de imbéciles e irresponsables que dirigen lo colectivo están jugando con la posibilidad de una tercera guerra mundial. No porque la deseen, sólo porque creen poder justificar sus cargos y honorarios presionando al otro cada día un poco más, a ver qué frutos recogen. Se sobrentiende que, aunque hablen constantemente de defenderse y presionen a quien podría temer su ataque, no tienen intención de disparar primero. Olvidan que, cuando la presión ha subido lo bastante, cualquier fisura basta para que todo estalle. Cualquier médico forense sabe que el orificio de entrada de un disparo en un cráneo nunca es tan grande como el de salida. Si 1914 tuvo su Gavrilo Princip para justificar una carnicería de más de 8 millones de muertos y 1939 sus soldados alemanes disfrazados de polacos, no quiero saber cuál puede ser el primer disparo que convierta nuestro mundo en un erial. No sé si ocurrirá o no y, de ocurrir, si será en Siria, Irán o Pakistán, no, no, no me interesa, casi me tienta más tumbarme en un rincón, taparme hasta la cabeza y cantarme yo solito una nana..
Tal vez es sólo que hay días así. Le pediría esa nana a Keny Arkana o a cualquiera capaz de emocionarme así, porque hace 15 días estaba escuchando a Brassens cantar Le bleu des bleuets y se me hizo un nudo en el pecho que no puedo explicar racionalmente, qué sé yo sobre nada. Lo que suena en mi cabeza, sin consuelo ni desesperación, es la voz grave de Hovik Keuchkerian recitándose ante su público:
Soy cada uno de los lugares en los que he estado. Soy los caminos que me quedan por recorrer. Soy los puentes que dinamito cuando me marcho… que, si tengo que volver, ya volveré por otro lado. Soy un sueño en el que tengo una pesadilla por no poder soñar. Soy lo que me hace llorar y, cuando lloro, soy yo cada una de mis lágrimas. Soy los espasmos de una polla sin agujero. Soy la gangrena en unos pezones de miel. Soy la tristeza de una paja a oscuras. Soy una muñeca hinchable buscando un alfiler. Soy el cartel de “Aforo completo” de un tanatorio. Soy la resaca de un abstemio de besos. Soy la lluvia… y soy el charco. Soy la necesidad de que, algún día, el amor mueva el mundo. Soy los sentimientos que os he arrancado esta noche.

lunes, 16 de enero de 2012

Últimos cambios

Este cuaderno de bitácora ha cumplido su primer año estas navidades e, inevitablemente, Mr. Brown ha hecho balance de la experiencia. Es un balance positivo, aunque con matices: algunas personas parecen leerlo con asiduidad y un número aún mayor lo visitan alguna vez, sin que podamos saber si vuelven a hacerlo. Lo aproximado de esta impresión viene porque los comentarios (por escrito o de viva voz, en el caso de aquellos a quienes veo, poco o mucho), mensajes o cualquier otro tipo de feedback son escasos, aunque van ocurriendo, así que no estoy seguro de qué significa esto para quienes estáis al otro lado, pero algo sí parece aportaros -en la misma medida en que pasáis por aquí, de manera frecuente o puntual- y a Mr. Brown le sirve para lo que pretendía, en cuanto a sí mismo: abordar aquellos temas que le parecen importantes, publicar textos preexistentes y pulir su prosa.
En general, no es poco, así que aquí seguimos. Como esta pequeña sesión de prosa cada cinco días es de las cosas que nos exigen cierta autodisciplina y organización del tiempo, corazón mismo de nuestros problemas, nuestro jihad al-aqbar (gran esfuerzo), el resultado de esta lucha contra uno mismo determinará el futuro del blog. Quizá sea una de las bases de una vida más ordenada y subsista; quizá la lucha acabe en derrota y, en ese caso, quien esto escribe podría dejar Blogger cuando acabe 2012 y empezar a trabajar en ideas que tiene aparcadas desde hace años (y que serían publicadas en papel, en su momento); quizá haya derrota, pero sólo nos limitemos a espaciar más las entradas (una a la semana o una cada diez días o ... ).

Aprovechamos la onomástica para sustituir esa fastidiosa barra de vídeo de Blogger por una columnita de "Enlace a vídeos recomendados", que ocupa menos y cumple la misma función.
Para reestrenarla, nada como el conmovedor vídeo donde la palestina Rafeef Ziadah recita la lección de resistencia que su pueblo da al mundo cada día y otro al documental sobre la matanza que la Policía Armada española, entonces bajo el mando de Manuel Fraga como ministro de Gobernación, hizo en Gasteiz/Vitoria y que costó la vida a cinco trabajadores, heridas a decenas más y que supuso el principio del fin del que quizá fue el mayor proceso de huelga y movilización que viviera ninguna ciudad de la geografía de este Estado.
En la misma línea, aprovechamos para recomendar otros enlaces que muestran el curriculum de criminal impune de Manuel Fraga Iribarne, los otros asesinatos, atentados y agresiones que los funcionarios bajo su mando cometieron entre el 12-XII-75 y el 23-VII-76, bien con su silencio cómplice, bien con su apoyo.

miércoles, 11 de enero de 2012

De las Comisiones Obreras al 15-M: revolución y recuperación

Hacía tiempo que quería hacer una observación sobre los orígenes de lo que hoy es un presunto sindicato, Comisiones Obreras, y que en su origen fue un movimiento extremadamente prometedor. Quería hacerlo por su valor como enseñanza histórica, en general, pero también por sus paralelismos con el llamado "movimiento 15-M" y, ahora, el hundimiento del periódico Público me urge a hacerlo más temprano que tarde.
Intentaré ser breve (¡ah, si a Mr. Brown le dieran 1€ cada vez que se dice esto, qué fastuosa vida llevaría!): las Comisiones Obreras no eran una organización formal, en su origen hace algo más de medio siglo.
Se dio ese nombre a una serie de -¿lo adivinan?- comisiones que se formaron entre trabajadores de tal o cual fábrica o centro de trabajo para negociar con la dirección con motivo de los conflictos que surgían (porque las subidas salariales no igualaban las de precios o porque las medidas de seguridad eran insuficientes o ...). Al igual que hoy día, no se trataba de conflictos explícitamente políticos, sino de esos que parecen más superficiales y que surgen en el día a día porque -como pasa actualmente- los intereses de los trabajadores son unos y los de la empresa otros y, como las fuerzas de acción y reacción de las leyes de Newton, tiran en la misma dirección, pero en sentidos opuestos. Esto, que siempre se ha llamado "lucha de clases", sigue siendo negado por sofistas postmodernos y sofistas de la vieja escuela... pero dejemos a esos personajes en su no-mundo y volvamos a la Tierra.
La estructura de las comisiones obreras no implicaba una organización formal, así que ni el régimen las podía considerar una entidad ilegalizable, ni el trabajador podía considerarlas una marca que buscara su voto ni una moto que le quisieran vender, ni necesitaba de liberad@s o subvenciones. Ese no-tener-una-identidad-previa significaba que el trabajador que promovía o apoyaba el constituir una comisión en su empresa no debía preocuparse de identificarse (ni de que le identificaran) o no con ningún "-ismo", sólo de querer establecer un compromiso de lucha por el objetivo u objetivos marcados hasta conseguir una solución satisfactoria. Reténgase todo esto, por favor, porque a está cien mil malditas leguas de lo que hoy es CCOO.
Cada victoria conseguida a base de tozudez, esfuerzo y unidad daba más fuerza al movimiento que se configuraba y hacía más lógico que quienes vivieran después otros conflictos en sus empresas tomaran las comisiones obreras como referente. La represión de las direcciones empresariales y de las autoridades (policía, Guerrilleros de Cristo Rey, mass media) servía más bien para galvanizar a las plantillas convencidas de luchar; el respeto y solidaridad de sus familiares y, cada vez más, de trabajadores de otros centros, de vecin@s y curas combativ@s les daba impulso.
A principios de la década de 1970, cuando se alcanzaba un poder adquisitivo medio que no ha vuelto a ser igualado y cuando más parecía quedar atrás la Guerra Civil española, el régimen se encontraba una contestación que alcanzaba las mayores cotas vistas.
Y eso, ¿qué tiene que ver con el 15-M? En sí mismo, poca cosa, como no sea a través de la relación que la historia reciente teje entre ambos fenómenos... pero tiene más que ver con lo peor que le podría pasar al espíritu movilizador de los últimos ocho meses.
Lo que le pasó a las Comisiones Obreras es que CCOO las mató, por así decir. Todo esto está contado en mayor detalle en libros como El MIL, Puig Antich y los GARI o Luchas autónomas en los años setenta, pero, abreviando, lo que ocurrió fue que el PCE decidió que su actitud ante el régimen franquista era la mejor y que sus miembros en las Comisiones Obreras bien podían hacer de correa de transmisión para ello, cosa a la que much@s de ell@s se prestaron (vamos a suponer que con la mejor de las fes), resultando en tensiones internas que llevaron a expulsiones y escisiones -de los disidentes- y a la transformación de las Comisiones Obreras en un sindicato que adaptaba al escenario laboral la estrategia trazada por Carrillo y cía. La estrategia de est@s, por cierto, era la de la "reconciliación nacional", donde las víctimas del franquismo y sus victimarios, en lugar de hacer la revolución, reivindicarían una maniobra reforma que permitiera a franquistas pactistas y antifranquistas pactistas hacer eso, pactar, y establecer nuevas reglas del juego, en una Nueva Jerusalén donde los leones dormirían con las gacelas y bla, bla, bla. Nuevas reglas para su juego, porque a l@s demás nos tocaba seguir aburriéndonos. En general, se suele aceptar que fue entre 1966 y 1968 cuando el PCE consiguió poner a CCOO sus riendas e ir domando el espíritu combativo que los precedentes anteriores habían creado, pero, hasta que no murió Franco, no se pudo empezar a constituir una organización formal y no empezó el PCE a ver claro que realmente se fueran a llevar su trozo del pastel. Y, hasta ese momento, no empezaron a seguirle el juego otras organizaciones menos importantes, como el PSOE o el PNV y su ELA.
Esa colonización fue lo que permitió que CCOO se convirtiera en una empresa de gestión de su propia reputación que, a partir de 1987 (nueva dirección) vendía paz social al gobierno y la patronal sin tener que pasar por el PCE-IU. Se siente por est@s últim@s: chavales, ese silbido que se aleja es el tren de la historia.

¿No se ve qué tiene esto que ver con el llamado "movimiento 15-M"?
No digo que sólo IU esté cortejando a este movimiento, ni siquiera que lo esté haciendo principalmente por sí misma... digo, más bien, lo siguiente: que la constelación de todo aquello que está a la izquierda del P$O€ (nada muy difícil, lo sé) sin llegar a pretender hacer una revolución, esa constelación está cortejando a este difuso movimiento. Hablo de la alicaída -pero superviviente- IU y de Equo, pero también de sectores de Amaiur, de otras formaciones más pequeñas y, sobre todo, hablo del diario Público. Digámoslo clarito, antes de que el periódico de marras se hunda del todo y parezca que hacemos leña del árbol caído. En realidad, lo que me ha urgido a escribir esta entrada es eso: denunciar el rol de Público como aspirante a pastor del "rebaño 15-M" que nos negamos a ser y hacerlo antes de que, al haberse ido a pique el periódico, resulte un abuso, algo demasiado fácil de decir. Bueno, también la tentación de constituir candidaturas electorales al calor de las asambleas (como ha ocurrido y ahora vuelve a ocurrir), con la esperanza -esa maldita, venenosa arpía, la esperanza- de conseguir la cuadratura del círculo.
Para evitar del todo el infame deporte del linchamiento, habrá que reconocer que Público es un periódico mucho menos indigno que otros más veteranos (El País, El Periódico, La Vanguardia, El Mundo... ), no ya porque haya tenido menos tiempo para enfangarse, sino también porque es el que más margen ha dado a las voces más críticas con el sistema en que vivimos inmers@s. Hay que reconocérselo y, por lo tanto, se lo reconocemos. Es meritorio, principalmente, porque se ha dado margen a hablar de alternativas, que es lo que más falta en la mayor parte de los mass media; en lo referente a criticar el capitalismo, qué vamos a decir, nunca está de más, pero la crisis macroeconómica de los últimos tres años ha hecho casi banales críticas que antes eran impensables y que se conforman con cantinelas moralistas sobre "excesos" y "codicia", decir que el capitalismo "es malo" está bien, pero hay que mojarse un poco más y hablar de cómo vivir lo mejor posible y contra quién luchar para conseguirlo. El sensacionalismo, al que en aquel periódico han hecho alguna que otra concesión, no es un crimen, pero, desde luego, sobra el recurso a esas formas cuando el fondo del asunto es interesante.
En cuanto al ciclo de luchas de los últimos ocho meses, por desgracia, Público se ha arrogado un papel de tutor que nadie le ha pedido que haga y por el que, obviamente, nos extrañaría que nadie le recompensara. Consiste este papel, en primer lugar, en darle al movimiento una "mejor" imagen, limando los aspectos que pueden chocar más al ciudadano de a pie por no parecerse a los grandes partidos políticos o a la Sacrosanta Constitución, es decir, intentando castrar su capacidad de pensar más allá de lo habitual e innovar y, además, en buscarle caras y portavoces que nunca se quisieron. El segundo mecanismo consiste en intentar mostrar la -atención al pensamiento inverso- capacidad del "movimiento 15-M" de cambiar el panorama electoral, entrando en listas electorales de IU y generando otras nuevas. Vienen a decir que si gente nueva y medianamente curtida en las movilizaciones y asambleas (aunque sólo sea en las de estos últimos meses) entra en estas candidaturas al juego electoral, va a cambiar el juego y no ell@s. Como queriendo borrar los últimos 35 años de historia -incluido el papel de CCOO, claro- de un plumazo, ¡zas! La próxima muestra de cabreo colectivo sin marcas partidistas, propongo, debería consistir en salir juntos a la calle a señalar la Luna con el dedo. Sólo por ver cómo Público dedica la portada y el editorial a hablar de nuestros dedos, claro.
El tiempo dirá quién buscaba, en este ciclo de luchas, un nuevo Mesías/padre/líder y una nueva iglesia/candidatura y quién quería realmente que reconquistáramos nuestras vidas.

sábado, 7 de enero de 2012

El ojo de Vian

He hablado del ojo poético de Roberto Bolaño y del de Joseba Sarrionaindia, pero casi nada del de un predecesor de ambos como fue Boris Vian.
De momento, sólo quiero compartir un fragmento de un diálogo suyo, tomado de L'écume des jours o La espuma de los días (la traducción justita de Pablo Melero publicada por Seix Barral), que me gustó especialmente por su agudeza, pero no puedo presentar a Vian (1920-1959) sin mencionar que vivió intensamente y, hasta donde yo sé, lo hizo sin grandes dosis de alcohol, fármacos u otros estupefacientes.
Vivió intensamente porque sabía que sólo tenía una vida, como tod@s, y la suya, encima, iba a ser más corta porque su corazón no daba para tanto. Lo que hizo con eso fue un buen número de novelas (surrealistas, divertidas, chocantes), reseñas, traducciones del inglés y canciones (de las que escribía la letra, la cantaba, escribía melodías y las ejecutaba a la trompeta cuando se terciaba), canciones tan burlescas como J'suis snob o La java des bombes atomiques, tan combativas como Le déserteur o Les joyeux bouchers, tan divertidas como Mozart avec nous.
Un genio, otro más, que vivió -permítaseme mezclar dos expresiones distintas- sin pausa, pero con buena letra.
–Pero ¿tú no crees que [a los trabajadores] les gustaría más quedarse en casa y besar a sus mujeres e ir a nadar a la piscina y divertirse?
–No –dijo Colin–. Ni se les ocurre.
–Pero ¿es culpa suya si creen que trabajar es bueno?
–No –dijo Colin–. No es culpa suya. Les dijeron: “El trabajo es sagrado, es bueno, es hermoso, es lo más importante, y sólo los trabajadores tienen derecho a todo.” Sólo que se las arreglan para hacerlos trabajar todo el tiempo y entonces no pueden aprovechar ninguno de estos derechos.

lunes, 2 de enero de 2012

Wallace y un servidor hablando del aborto

Adentrémonos en terreno fangoso, compliquémonos la vida. Mr. Brown empieza la entrada denotando la incomodidad que le produce este tema por diversos aspectos, que habrá que empezar a detallar.
El Brown este del blog se pone a hablar del aborto, ¿a cuento de qué? ¿Porque se siente obligado a tomar posición? ¿Acaso no están bastante claros los términos del debate entre, de un lado, los "pro-vida" o "antiabortistas" y, del otro, los "pro-elección" o "proabortistas"? ¿Por lo cómodo que le resulta, al ser él un hombre?Justificar a ambos ladosLógicamente, lanzo estas preguntas en soliloquio sin saber si al lector también le habrán venido a la mente... Pero no querría empezar por ahí. Puedo adelantar que no reconozco que al griterío en torno al aborto se le pueda llamar "debate", que no entiendo que no se profundice en un debate real y que no estoy de acuerdo en que este deba llevar necesariamente a una toma de posición. Por motivos que explicaré más abajo, mi posición es la de, activamente, no tomar una posición general sobre el tema del aborto.
Antes de entrar en detalles, me permito copiar un par de parrafos del ensayo La autoridad y el uso del inglés americano, de David Foster Wallace, porque estoy de acuerdo con lo que dice casi al 100% y viene de alguien, hasta donde yo sé, no casado con la derecha ni con la izquierda -aunque pareciera cojear algo más de esta última-, sino con la honestidad y es interesante ver cómo llegaba a mojarse en este espinoso asunto sólo para ilustrar un aspecto de su disertación sobre otro tema (el uso del inglés en EEUU y las implicaciones de escribir teorizaciones descriptivas o prescriptivas al respecto):
(...) dados nuestros mejores conocimientos médicos y filosóficos de qué es lo que hace que alguien sea no solamente un organismo vivo sino una persona, no hay forma de averiguar en qué punto exacto de la gestación un óvulo fertilizado se convierte en un ser humano. Este enigma, junto con la seguridad básicamente indiscutible del principio "Cuando haya una duda irresoluble acerca de si algo es humano o no, es mejor no matarlo", me hace pensar que cualquier americano razonable tendría que ser pro-vida. Al mismo tiempo, sin embargo, el principio "Cuando haya una duda irresoluble sobre algo, yo no tengo ni el derecho legal ni el moral a decirle a otra persona qué tiene que hacer al respecto, sobre todo si esa persona siente que él o ella no tiene dudas" es una parte irrefutable del pacto democrático que todos los americanos hacemos los unos con los otros, un pacto en el que cada ciudadano adulto tiene derecho a ser un agente moral autónomo; y este principio me hace pensar que cualquier americano razonable tendría que ser pro-aborto.
Este reseñista es, por tanto, como ciudadano privado y como agente autónomo, al mismo tiempo pro-vida y pro-aborto. No es una posición que resulte fácil ni cómoda de mantener. Cada vez que alguien que conozco decide abortar me veo obligado a creer simultáneamente que está cometiendo una equivocación y que tiene todo el derecho a hacerlo. Además, por supuesto, tengo al mismo tiempo que creer que una posición pro-vida + pro-aborto es la única que es verdaderamente coherente y contener mi impulso de intentar imponer esa posición a otra gente cuyas convicciones ideológicas o religiosas parezca (o me parezca a mí) que van en contra de la razón y muestren (en mi opinión) una posición dogmática chiflada. Esta contención tiene que mantenerse incluso cuando la posición dogmática chiflada de alguien parezca (o me lo parezca a mí) rechazar la misma tolerancia democrática que evita que yo intente imponer mi posición sobre él/ella; y que requiere que yo ni insista ni discuta ni me vengue aun cuando alguien me llame Esbirro de Satanás u Otro Típico Hombre Capullo , una paciencia que representa los verdaderos límites externos y crispantes de mi Espíritu Democrático personal.
Y entonces, ¿qué? ¿No hay que tomar posición sobre el tema? Pues no, no hay por qué. Eso no cuadra ni de lejos con el supuesto debate existente en países como España, pero este no es un verdadero debate. Me explico: de un lado, existe un sector antiabortista cuyo grueso consiste en posiciones religiosas, basadas en interpretaciones de supuestas revelaciones. Estas ni siquiera merecen ser tomadas en cuenta: ¿"Dios dice... "? Pues que lo diga él y escucharemos sus argumentos, porque la autoría en sí misma no es ningún argumento. Como no se le oye decir nada, tendremos que seguir con el tema sin él.
En cuanto a quienes se declaran mayormente contra el aborto desde posiciones laicas -o, directamente, desde el ateísmo militante, como el recientemente fallecido Christopher Hitchens-, este es un tema más complejo. El problema que plantean es que sabemos que una mórula de 2 o 3 días no es un ser humano, con sus correspondientes derechos, tanto como sabemos que un recién nacido sí lo es. El problema: que, entre medias, aquello (mórula, luego embrión y, más tarde, feto) va a pasar por todo un desarrollo que va a convertir algo que no es sujeto de derecho en algo que sí lo es y no sabemos delimitar en qué momento. Además, el recién nacido puede haber pasado por un desarrollo de 35 semaanas, o uno de 30 o, excepcionalmente, uno aún más breve... y ¿entonces?
Para colmo, están los supuestos que legislaciones como la española (que, históricamente, ha penalizado el aborto) consideran exculpativos: ¿y si el cigoto es fruto de una violación y la madre, por algún motivo, no ha ido a tomar la píldora "del día después"? ¿Y si el niño está enfermo antes de haber nacido? ¿Y si supone una amenaza para la salud de la madre?
Nada de esto ayuda a aclararnos...

Concluyamos, pues, jodiendo fastidiando aquello que creíamos saber sobre la paternidad o maternidad y la vida misma y preguntándonos: ¿cómo nos creemos con derecho a engendrar seres de nuestra categoría? En serio, ¿no es la vida de otro ser humano algo perfectamente equiparable a la vida propia? Y ¿no es esta un marco de posibilidades enorme, algo cuya desaparición implica el fin de todo para la persona afectada? ¿No es eso mismo, lo que de absoluto e irreversible que tiene para la persona afectada, lo que hace que consideremos ilegítimo el homicidio, salvo para casos de legítima defensa? Y ¿no es cierto que no se puede ser p/madre en legítima defensa, como tampoco se puede abortar en legítima defensa (aunque el supuesto de peligro para la madre pueda andar cerca de esto)? De hecho, ¿no es el problema del aborto el único en que estas dos dudas, la legitimidad de concebir una vida y la de (ante la hipótesis de que pueda haber otra vida implicada) poner fin a una vida, se condensan en un solo dilema?
Así las cosas, Mr. Brown, en tanto que ser humano y hombre, se puede plantear lo innecesario de seguir repitiendo como dogma de fe el derecho al aborto y preferir insistir en el acceso real (es decir, gratuito) a anticonceptivos, la educación sexual (que ha fracasado, a día de hoy, pero a la cual no hay alternativa) y la despenalización del aborto -y, en cierto sentido, también de todo lo demás-, así como señalar las palabras "vasectomía" y "ligadura" en el diccionario, pero lo que no va a hacer es tomar posición sólo porque lo hagan l@s religios@s o l@s humanistas impregnad@s hasta la ceguera pseudo-religiosa, en este caso, de inspiración feminista (pienso, incluso, en publicaciones por lo demás tan interesantes como Ruptura o Terra Cremada).
El compromiso, en todo caso, está en defender este tipo de cosas y en no provocar embarazos no deseados. Cuando se desee el embarazo, ya vendrá la incómoda pregunta: ¿con qué derecho, en nombre de qué o quién?