Existe una posibilidad real de que dentro de pocos años el estado español esté gobernado, en coalición o incluso en solitario, por Podemos. Siendo así, queremos ir dejando un pensamiento sobre la mesa para el día en que sea J. C. Monedero o algún otro correligionario quien envíe a los antidisturbios a reconfigurarnos la cara a hostias.
El pensamiento es en parte ese, que habrá sido simpático participar junt@s en movilizaciones mientras estuvimos de acuerdo (más o menos, eso parecía) en quién era el Enemigo, l@s Mal@s, la Casta (¿?), ... pero también que ya sabíamos que este momento llegaría. Tod@s salvo quienes están decidiendo no verlo. Cuando la izquierda liberal –o burguesa o parlamentaria o como vuecedes prefieran llamarla– llega al Poder, la otra izquierda, la proletaria, pobre o quinqui, la anticapitalista, sigue igual de reprimida y, encima, aislada por esa izquierda liberal que antes le palmeaba el hombro (no hablamos sólo de líderes polític@s, también ciertas figuras intelectuales, ciert@s periodistas, ciert@s sindicalistas, ... si no, al tiempo).
La historia de la transformación desde arriba no viene de ayer. Eso de «No queremos hacer la revolución, queremos que nos la den hecha» viene de antiguo. El tema está de actualidad aquí por el caso de Podemos y Guanyem/Ganemos, aunque en estos casos nuestros tan posmodernos, ni siquiera se sabe si se trata de una revolución, de una reforma, de un platónico «gobierno de los sabios» o de qué. (Dejamos para otro momento el hablar más a fondo de las flojísimas comparaciones entre partidos de semanas o meses de antigüedad, pese a su euforia, con los 14 años de las CUP* o los 35 de las CUT-BAI. Hay quien viene del sindicalismo agrario y el cristianismo de base de los 70, quien viene de un duro aprendizaje de base y okupa, insumiso, etc. en las derrotas de los 80 y la reconstrucción de los 90... y quien viene de las tertulias televisivas de los últimos meses.)
El empeño de esa izquierda, cuartelera y jacobina, en repetir la misma tragedia de los últimos doscientos veinte años no parece agotarse ni por cansancio. Vuelven a prometernos la transformación social desde el Poder, en lugar de proponérnosla contra el Poder, y vamos preparando el botiquín. Votarán a un nuevo Azaña para nuevos Casas Viejas, Castilblanco, Arnedo, ... Como poco, votarán a un nuevo Mitterrand para que pensemos que las huelgas reprimidas a porrazos, las multas a la disidencia y el modelo económico liberal bienestarista son lo peor que puede pasarnos, para decirnos que al menos no tenemos (¿seguro que no lo tendremos?) nuestro propio giro rigorista, nuestro propio ascenso de la ultraderecha, etc., etc.
* Palabras de David Fernández en los días en que andábamos escribiendo esto: «Podem hoy día es un resultado electoral que ha entrado por la vía mediática, no por la vía del trabajo de base y de los barrios».
* Palabras de David Fernández en los días en que andábamos escribiendo esto: «Podem hoy día es un resultado electoral que ha entrado por la vía mediática, no por la vía del trabajo de base y de los barrios».
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