Quise leer algo de Hubert Aquin (1929-1977) por pura curiosidad; no había leído nada de literatura francocanadiense y me había impactado leer en la Suicipedia (también conocida como nº 3, «Suicidios y literaturas», de la extraña revista Vacaciones en Polonia) sobre este montrealés que pasó de director de películas en la radiotelevisión pública canadiense a fugaz insurgente armado por la independencia de Québec y contra el capitalismo y de ahí a reputado escritor.
Encontrándome en un país francófono, no quise posponer más el momento de echarle un ojo y, de los dos libros que las bibliotecas ponían más a mi disposición, me incliné por Prochain épisode, que, al igual que sus demás obras, nunca ha sido traducido al castellano. Ha sido un flechazo. A caballo entre la revolución cubana -entonces reciente- y el bicentenario de la anexión de Québec al Imperio Británico, entre la calidez humana de las melodías de Jobim y la fría eficiencia que exige el deber (el de un terrorista de incógnito o el de un banquero suizo), entre referencias geográficas que me llaman, la paz residencial de Montréal y las aguas verdes del Ródano, Aquin cuenta una historia que siento hecha para mí. Más concretamente: Hubert Aquin, en el psiquiátrico donde esperaba juicio, tras alegar enajenación mental, empieza a escribir la historia de un insurgente quebequés de su edad que espera juicio en un psiquiátrico y que decide escribir una novela de espías. Así, los tres sujetos concéntricos se mezclan y la omnipotencia del narrador choca con el minúsculo poder del individuo sumido en la historia, el placer choca con el sacrificio, las grandes promesas de las revoluciones liberales chocan con sus resultados y los dulces y escasos momentos vividos junto a la misteriosa K., una de esas musas inolvidables, chocan con las temporadas en que ella desaparece y con casi todo lo demás. Entre el amor pacífico y el amor por la destrucción de cuanto bloquea los senderos al futuro, saltando de las campañas romanas en Helvecia a Bakunin y de Papineau a lord Byron, Prochain épisode («Próximo episodio») no me ha dado oportunidad de pensar que sólo leía un libro, que no tenía nada que ver con mi vida. De todo el texto de la novela, creo que destacaría este fragmento -al que añado su traducción-:
Il n’y a plus rien de certain que ton nom secret, rien d’autre que ta bouche chaude et humide, et que ton corps merveilleux que je réinvente, à chaque instant, avec moins de précision et plus de fureur. Je fais le décompte des jours à vivre sans toi et des chances de te retrouver quand j’aurai perdu tout ce temps : comment faire pour ne pas douter ?
Ya no hay nada seguro, salvo tu nombre secreto, nada más que tu boca cálida y húmeda y tu cuerpo maravilloso que reinvento, cada instante, con menos precisión y más furor. Echo la cuenta de los días que me quedan por vivir y las posibilidades de volver a encontrarte cuando haya perdido todo ese tiempo: ¿cómo hacer para no dudar?