No podría ser tu perro. Ni se me da bien, ni me gusta, eso de andar detrás de nadie, parar el mundo a cada silbido, a cada instrucción. No hace falta que me saquen, ya sé organizarme los paseos, solo o acompañado.
Sí me veo, en cambio, como gato. Yo podría dejarme encontrar cuando quieras buscarme, podría buscarte cuando quieras que te encuentre. (A veces nos equivocaríamos y no iríamos tan sincronizados; bah, no hay drama, nada que no pueda arreglarse una próxima vez.) Que me creas casi desaparecido de puro discreto y resurgir como una caricia entre tus piernas. La verdad es que me encantaría ponerme en tu regazo, que me rascaras la cabeza, ronronear tumbado junto a ti.
Yo podría ser tu gato.