domingo, 12 de febrero de 2012

Humano

La foto que acompaña esta entrada es conocida para cualquiera que se haya interesado por Friedrich Nietzsche: dos filósofos entrados en la treintena, Paul Rée y el propio F. N., posan en actitud de irónica sumisión con Lou Salomé, una brillante jovencita de apenas 20 años.
Ambos deseaban a Salomé y ambos tuvieron su interés y su compañía intelectual... y, de cuanto deseaban más allá de esto, nada. Rée, que se mantuvo cerca de ella veinte años más, cocinó su desencanto a fuego lento durante todo ese tiempo. Unos años después, ella conocería a otro hombre (Friedrich Carl Andreas), un orientalista considerado reservado y carente de atractivo físico, que se clavaría una navaja en el pecho por no tener aún su amor, consiguiendo que ella aceptara casarse con él a cambio de no consumar nunca el matrimonio.
Dicen -Salomé, entre otr@s- que fue este (grotesco) emparejamiento lo que puso a Paul Rée en la pendiente que le llevaría, años después, a quitarse la vida allí donde Lou von Salomé le había rechazado, veinte años después. Es posible que Rée sólo se matara por accidente en una de muchas peligrosas travesías por la montaña.
En cuanto a Nietzsche, que asumió la derrota en cuanto se la encontró, emprendió poco después la escritura de Así habló Zaratustra, intentando volcarse en ese trabajo y superar el desamor. Al respecto, escribió en una carta -dirigida, precisamente, a Rée- esta humanísima frase:
Si no encuentro la piedra filosofal para convertir esta mierda en oro, estoy perdido.

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