Eugenio Montes no le tenía ningún odio a Ridruejo, eso que vaya por delante. Me refiero, claro, a don Dionisio Ridruejo, el de hoy soy falangista y promuevo la División Azul, mañana me mosqueo con Franco porque veo que es un encantador de serpientes, pasado me voy de España y al otro me hago una figura de la "oposición democrática"...
A Montes, que sobrevivió a Ridruejo hasta 1982, no le conozco más trayectoria política que la de la Falange Española (en la que estuvo desde el principio), luego FE-JONS y luego FET-JONS, pero Ridruejo contaba de él, en sus Casi unas memorias, lo siguiente:
"En mi primer reencuentro con Montes, en Valladolid y en hora muy temprana de la guerra civil, le vi preocupado y dolido por las cosas crueles que sucedían. Se mataba. Y se fue a Cáceres, donde aún estaba su paisano y conocido -el jefe supremo, aún no del todo proclamado- para pedirle que pusiera freno a aquellas cosas. Se le dijo, claro es, que la guerra era la guerra. Pero Montes no dejó por ello de moverse, para aliviar la suerte de cuantos conocidos suyos estuvieron en peligro o tuvieron dificultades, acudiendo a cualquier poderoso que tuviera a mano, sin reparo de ser tachado de condescendiente o de dudoso. Montes, repito, es piadoso y[,] en la amistad[,] más que piadoso."
Lo que más me interesa del asunto es lo que contaba Castilla del Pino, eminente miembro del PCE y psiquiatra, y es que -pese a lo antes transcrito- en cierta ocasión, ya en la etapa "demócrata" de Ridruejo, Montes le espetó a este lo que tantas otras fieras fascistas como él, con menos paños calientes y remilgos que el democratonto promedio, podrían haberle dicho a todos los de su ralea (Gil Robles, etc.):
"Cuando, como tú, se ha llevado a centenares de compatriotas a la muerte y, luego, se llega a la conclusión de que aquella lucha fue un error, no cabe dedicarse a fundar un partido político: si se es creyente, hay que hacerse cartujo, y, si se es agnóstico, hay que pegarse un tiro".
A Montes, que sobrevivió a Ridruejo hasta 1982, no le conozco más trayectoria política que la de la Falange Española (en la que estuvo desde el principio), luego FE-JONS y luego FET-JONS, pero Ridruejo contaba de él, en sus Casi unas memorias, lo siguiente:
"En mi primer reencuentro con Montes, en Valladolid y en hora muy temprana de la guerra civil, le vi preocupado y dolido por las cosas crueles que sucedían. Se mataba. Y se fue a Cáceres, donde aún estaba su paisano y conocido -el jefe supremo, aún no del todo proclamado- para pedirle que pusiera freno a aquellas cosas. Se le dijo, claro es, que la guerra era la guerra. Pero Montes no dejó por ello de moverse, para aliviar la suerte de cuantos conocidos suyos estuvieron en peligro o tuvieron dificultades, acudiendo a cualquier poderoso que tuviera a mano, sin reparo de ser tachado de condescendiente o de dudoso. Montes, repito, es piadoso y[,] en la amistad[,] más que piadoso."
Lo que más me interesa del asunto es lo que contaba Castilla del Pino, eminente miembro del PCE y psiquiatra, y es que -pese a lo antes transcrito- en cierta ocasión, ya en la etapa "demócrata" de Ridruejo, Montes le espetó a este lo que tantas otras fieras fascistas como él, con menos paños calientes y remilgos que el democratonto promedio, podrían haberle dicho a todos los de su ralea (Gil Robles, etc.):
"Cuando, como tú, se ha llevado a centenares de compatriotas a la muerte y, luego, se llega a la conclusión de que aquella lucha fue un error, no cabe dedicarse a fundar un partido político: si se es creyente, hay que hacerse cartujo, y, si se es agnóstico, hay que pegarse un tiro".
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