Hace casi cuatro años que leí un artículo de Santiago Alba Rico titulado Las reglas del caos.
Ni siquiera está el texto íntegro, pero la versión que leí y que comparto con quien lea esto ya dice -en el magnífico estilo de Alba- mucho de lo que hay que decir sobre muchos temas: las identidades personales y colectivas, la deshumanización del otro y la devoción por los números, la violencia (contra las construcciones y las personas) como política, ...
En ese texto, que era la contribución de Santiago A. R. al libro Iraq bajo ocupación: destrucción de la identidad y la memoria, el autor abordaba temas que tienen que ver con la condición humana en cualquier contexto, sin importar su lugar o su tiempo, pero lo hacía a partir del ejemplo muy concreto del Iraq ocupado.
Por eso he vuelto más a él últimamente: cuando se acerca el noveno aniversario de la invasión de la tierra que fuera cuna de Sumer, Akkad y Babilonia, la coalición de invasores que encabezaran Australia, Reino Unido y, sobre todo, EEUU, anuncia la retirada del grueso de sus tropas y el compromiso de seguir apoyando el régimen constituido por quienes han medrado a su sombra. Probablemente sea un ejemplo inmejorable: tras doces año de bombardeos y embargo, Iraq fue invadido, saqueado de sus riquezas minerales, expoliado de sus tesoros arqueológicos, infestado de agentes de seguridad privados extranjeros, escuadrones de la muerte autóctonos y catetos taqfiristas deseando salvar sus almas con la sangre de quienes no creen como ellos, convertido en un festín de torturas, asesinatos y desapariciones polític@s y/o sectari@s. Si Iraq tiene una deuda con el neocolonialismo, es por haberle convertido, a un país de menos de 30 millones de habitantes, en el país con más exiliados y desplazados internos del mundo, uno de los más corruptos, uno de los que tiene más habitantes encarcelados, prisioneros militares o desaparecidos y uno de los que tiene mayor porcentaje de población en la policía, el ejército o los servicios de inteligencia. Uno de los países donde es más peligroso ser profesor universitario o donde más a menudo los médicos y enfermer@s marchan al exilio, pese a lo necesari@s que allí son, porque ell@s también quieren ganarse la vida y no perderla.
A l@s ocupantes y a sus colaboradores, enhorabuena. Habéis convertido un país en algo parecido a un cráter.
Ni siquiera está el texto íntegro, pero la versión que leí y que comparto con quien lea esto ya dice -en el magnífico estilo de Alba- mucho de lo que hay que decir sobre muchos temas: las identidades personales y colectivas, la deshumanización del otro y la devoción por los números, la violencia (contra las construcciones y las personas) como política, ...
En ese texto, que era la contribución de Santiago A. R. al libro Iraq bajo ocupación: destrucción de la identidad y la memoria, el autor abordaba temas que tienen que ver con la condición humana en cualquier contexto, sin importar su lugar o su tiempo, pero lo hacía a partir del ejemplo muy concreto del Iraq ocupado.
Por eso he vuelto más a él últimamente: cuando se acerca el noveno aniversario de la invasión de la tierra que fuera cuna de Sumer, Akkad y Babilonia, la coalición de invasores que encabezaran Australia, Reino Unido y, sobre todo, EEUU, anuncia la retirada del grueso de sus tropas y el compromiso de seguir apoyando el régimen constituido por quienes han medrado a su sombra. Probablemente sea un ejemplo inmejorable: tras doces año de bombardeos y embargo, Iraq fue invadido, saqueado de sus riquezas minerales, expoliado de sus tesoros arqueológicos, infestado de agentes de seguridad privados extranjeros, escuadrones de la muerte autóctonos y catetos taqfiristas deseando salvar sus almas con la sangre de quienes no creen como ellos, convertido en un festín de torturas, asesinatos y desapariciones polític@s y/o sectari@s. Si Iraq tiene una deuda con el neocolonialismo, es por haberle convertido, a un país de menos de 30 millones de habitantes, en el país con más exiliados y desplazados internos del mundo, uno de los más corruptos, uno de los que tiene más habitantes encarcelados, prisioneros militares o desaparecidos y uno de los que tiene mayor porcentaje de población en la policía, el ejército o los servicios de inteligencia. Uno de los países donde es más peligroso ser profesor universitario o donde más a menudo los médicos y enfermer@s marchan al exilio, pese a lo necesari@s que allí son, porque ell@s también quieren ganarse la vida y no perderla.
A l@s ocupantes y a sus colaboradores, enhorabuena. Habéis convertido un país en algo parecido a un cráter.
http://www.iraqsolidaridad.org/2009/docs/23_01_08_iraqocupa.html
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