Un señor interesante llamado Pedro García Olivo, entre lo nihilista, lo antirracionalista y lo atormentado, comentaba en su libro Desesperar que, de preguntarle alguien si esperaba algo de su hijo o si quería que fuera de alguna manera, respondería: "De él no espero nada. Me gustaría que fuera un animal feliz".
La verdad es que vivir implica tomar constantemente decisiones, a veces más banales y otras veces con mayores implicaciones y, con el paso del tiempo, el peso de todas las decisiones tomadas, las descartadas, sus porqués, los recuerdos de todo lo hecho y todo lo vivido garantizan una psique sobrecargada. Un recurrente dolor de cabeza, no siempre metafórico.
Así pues, ¿se puede ser un animal racional y no sufrir una neurosis por ello? No me atrevo a decir que sí, intento vivir esa posibilidad pero, de momento, tengo que tomarla como una dirección en la que avanzar y no un punto al que pueda llegar.
Quizá es eso lo que intentan superar tantas personas emborrachándose o colocándose en algún otro estado parecido con estupefacientes (por una vez, este término tan añejo sí parece adecuado). Es absurdo, claro: el raciocinio no esquiva las consideraciones previas sobre la decisión de darle esquinazo al propio raciocinio con unos cuantos tragos y -quizá menos importante, pero no menos real- tampoco desaparece después, al contrario, reaparece con más elementos de juicio para futuras decisiones.
Aunque inventáramos una droga definitiva que nos "liberara" de la libertad-responsabilidad de tomar decisiones, tendríamos que vérnoslas con la propia decisión de tomarla o no.
En todo caso, si existieran múltiples vidas por las que alguna sustancia dharmática nuestra pasara, yo me pediría no tener que pensar más que en conseguir comida, dormir, copular cuando el instinto lo pida y alguien de mi especie se preste, retozar en la arena, el arroyo o el lodazal, defender a la manada, cuidar a las crías, buscar cobijo. No pensar, dejarme llevar por la vida hasta que fuera la vida la que se me llevara a mí por delante.
Un animal feliz. Eso es lo que querría ser.
La verdad es que vivir implica tomar constantemente decisiones, a veces más banales y otras veces con mayores implicaciones y, con el paso del tiempo, el peso de todas las decisiones tomadas, las descartadas, sus porqués, los recuerdos de todo lo hecho y todo lo vivido garantizan una psique sobrecargada. Un recurrente dolor de cabeza, no siempre metafórico.
Así pues, ¿se puede ser un animal racional y no sufrir una neurosis por ello? No me atrevo a decir que sí, intento vivir esa posibilidad pero, de momento, tengo que tomarla como una dirección en la que avanzar y no un punto al que pueda llegar.
Quizá es eso lo que intentan superar tantas personas emborrachándose o colocándose en algún otro estado parecido con estupefacientes (por una vez, este término tan añejo sí parece adecuado). Es absurdo, claro: el raciocinio no esquiva las consideraciones previas sobre la decisión de darle esquinazo al propio raciocinio con unos cuantos tragos y -quizá menos importante, pero no menos real- tampoco desaparece después, al contrario, reaparece con más elementos de juicio para futuras decisiones.
Aunque inventáramos una droga definitiva que nos "liberara" de la libertad-responsabilidad de tomar decisiones, tendríamos que vérnoslas con la propia decisión de tomarla o no.
En todo caso, si existieran múltiples vidas por las que alguna sustancia dharmática nuestra pasara, yo me pediría no tener que pensar más que en conseguir comida, dormir, copular cuando el instinto lo pida y alguien de mi especie se preste, retozar en la arena, el arroyo o el lodazal, defender a la manada, cuidar a las crías, buscar cobijo. No pensar, dejarme llevar por la vida hasta que fuera la vida la que se me llevara a mí por delante.
Un animal feliz. Eso es lo que querría ser.
Admirado Mr Brown... yo quiero ser un perro como tú, ¿la has escuchado? http://www.youtube.com/watch?v=NPJ4sVYpXQo
ResponderEliminarYeah!
ResponderEliminarNo he oído muchas canciones de Poncho K, pero esta sí y me gusta la canción en sí y la colaboración de Albert Pla, jeje, qué personaje... ¡si hasta aúlla!
Gracias por recordarme esta canción e invitarla a este cuaderno de bitácora, así cualquier otr@ lector puede escuchar. Un guiño desde otro nodo de la Red.
Mr. Brown, hace unos días hice algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Enlazarte a mi blog y así leer tooodas tus actualizaciones. Te leo con la misma atención, intriga, curiosidad y admiración con la que te leía en el instituto.
ResponderEliminarAbrazotes!
Me halagas una vez más, coleguita; lo que has hecho es muy práctico y estupendo, jeje.
ResponderEliminarSiempre es un placer ser leído y más por ti... y más aún sabiendo el ritmo al que sueles moverte.
Este blog va a cumplir un año y parece que tiene cuerda para un buen rato, ya hay varias entradas pensadas y me gusta lo que estoy haciendo. ¡Adelante, pues!