Hemos querido titular esta entrada de manera muy clarita porque nos gusta llamar a las cosas por su nombre, salvo cuando nos ponemos burlones (véase el manifiesto Contra la globalización y el mestizaje, por ejemplo), que es cuando las llamamos por el nombre de quien queremos ridiculizar. Si esta aclaración puede ser necesaria es porque la idea de hacer tal burrada con la Merkel es parte de un simpático juego de palabras –«tenemos a Merkel en un zulo, enseñándole griego»– en una canción de Riot Propaganda y queríamos explicitarla en toda su crudeza. Sirva, pues, esta pretendidamente jocosa alusión a la violencia sexual para volver a abrir el melón de los tics machistas y misóginos en el movimiento anticapitalista.
Este artículo, o lo que sea, probablemente nunca habría tenido lugar si alguien no hubiera escrito antes Los Chikos del Machismo, una crítica a algunas letras de Los Chikos del Maíz que tuvo su respuesta (por llamarla algo) en forma de artículo del Nega, uno de los dos MCs de este grupo valenciano de rap y, por ende, de Riot Propaganda.
No debería hacer falta detallar por qué esta respuesta es, sobre todo, una confirmación de los problemas que apuntaba el artículo original... pero basta leer la respuesta del Nega, los comentarios de sus (¡ay!) incondicionales fans y la buena acogida que tienen, en general, frases como la que hemos apuntado antes para darse cuenta de que sí, hace falta explicar al menos un poco qué es lo que va mal en este asunto.
De qué no se trata: de contrastar personas en vez de ideas. Queremos debatir sobre ideas, así que el ego del Nega nos deja tan fríos como el nuestro propio y valga lo mismo para l@s autores del artículo que empezó todo, puesto que no les conocemos ni disponemos de chivatazos como los que da a entender el Nega (y, claro está, nos resbala bastante su pertenencia o no al PCE). Tampoco se trata de dar a estos la razón en todo: no vemos ni machismo ni homofobia en la alusión a Rita Barberà de la intro de Miedo y asco en Valencia, sólo una alusión burlona sin contenido político, basada en un rumor, como vemos tendenciosa su alusión a Letizia Ortiz como «ex presentadora del telediario de TVE». El sentido de esta manipulación, de todos modos, podría ser el cargar con más fuerza contra LCDM y no una supuesta solidaridad entre mujeres burguesas, lo cual no hace que deje de ser rechazable.
De qué no se trata, tampoco: de discutir todos los problemas que plantea cuanto que ha escrito esta persona, el Nega. Visceralmente, la idea nos tienta, teniendo en cuenta sus letras en LCDM y Riot Propaganda y los artículos que ha publicado en Kaosenlared, pero el tema no nos interesa tanto ni nos parece que pueda interesar tanto a otras personas, por lo que dejamos a discreción del lector leer o no su artículo sobre especismo y antiespecismo o este otro sobre el leninismo y que muestran lo difícil de cualquier debate cuando lo normal es eso: falacias en forma de tópicos, en forma de chantaje emocional, en forma de argumento de autoridad, mezclas de todo para no decir nada, autojustificaciones carentes de interés o incoherencias como una sobre la que pasaremos de puntillas en este mismo artículo.
Vayamos al cogollo del asunto, el machismo:
· algunas de sus frases son perfectamente machistas, con contexto o sin él, como en «tú pidiendo ruido y tu novia entre mis ingles»; no es un problema de cotexto (el resto del texto, en este caso, de cada canción), sino de un contexto cultural en que poseer sexualmente a las mujeres enemigas, sean verdaderas enemigas (Angela Merkel) o sus novias, mujeres, madres o hijas, es una de las maneras de vencer al Enemigo o de remachar la victoria. El problema no es «equipara[r] sexo con machismo y sexismo»; aunque estos Chikos no lo crean, uno puede de hecho acostarse con alguien a quien respeta y ve como un/a igual y, cuando se está en esa actitud, no se habla del sexo como una amenaza, una competición o una manera de imponerse a alguien. Punto de Fuga, sin salir del rap anticapitalista, han hecho letras que celebran la sexualidad entre iguales en lugar de caer en tópicos machistas. El motivo por el que LCDM, Riot Propaganda y otros grupos hacen frases así es el mismo por el que las mujeres del bando vencido, en cada guerra, han sido condenadas a la esclavitud, la violación o a ser señaladas, rapándolas para escarnio público: son parte del territorio en guerra y, como tal, han de ser conquistadas, físicamente ocupadas.
· La izquierda no está libre de machismo, homofobia, racismo, etc, etc; ni siquiera la izquierda antiburguesa, la historia muestra más bien lo contrario. Compara el Nega el hecho de señalar su machismo con «llamar racista a Marx por sus ideas respecto a Bolívar y la emancipación latinoamericana», pero es que decir que Bolívar y la mayoría de venezolanos eran «incapa[ces] de todo esfuerzo de largo aliento» es un comentario racista, independientemente de su procedencia (¿le quitaría hierro el Nega si lo dijera, pongamos, alguien de la FAES?). Esto no es religión, no se trata de tomar todo lo que ningún autor ha escrito, ni de rechazarlo todo (el propio Marx advirtió contra ese tipo de lecturas doctrinalistas); nos quedamos con la capacidad de análisis de Marx, no con su racismo, como nos quedamos con el federalismo y anticapitalismo de Proudhon, no con su machismo, con el activismo anarquista de Berneri, no con su actitud patologizadora respecto de la homosexualidad y con la denuncia que Bruno Rizzi hizo del colectivismo burocrático soviético como opresión de clase mucho más que con su aversión paranoica por los hebreos. Nada de lo cual nos impide, claro, denunciar todo racismo, machismo u homofobia, también cuando vienen de al lado y no de enfrente.
En cuestión de letras musicales, no está de más recordar el precedente de Eskorbuto y aquello de «quisiera enrollarme/a una mujer policía/para estar jodiéndola/todos los días, todos los días» (en Maldito país) y, peor aún, lo de «He visto violar, he visto violar/y seguro que su hombre/nunca se lo hizo mejor» (en No quiero cambiar).
· Dado esto último, no está de más recordar que la autocomplacencia no sólo no tiene ningún valor por sí misma, sino que ha sido y es, en gran medida, un escollo. Nuestra generación, quizá por contagio burgués y por la grandísima derrota que ha sido el mantillo en que –mal que bien– hemos brotado, ha estado bastante impregnada de ese constante deseo de felicitarse, de cantar victoria a la mínima y de utilizar la crítica para autoafirmarse repartiendo bilis sin distinguir el disenso con los de nuestra clase del enfrentamiento con la clase opresora (ahí sí estaríamos con el Nega en la idea de que los trapos sucios se lavan en casa). En cambio, cuando se escucha o se lee a much@s compañer@s de principios del siglo XX o del XIX, e incluso a algun@s de la de nuestr@s padres o de la nuestra, encontramos una cultura política de autoexigencia, humildad, esfuerzo y responsabilidad. Estas palabras, hoy día confiscadas por el liberalismo más conservador (como palabras que invocar, no como realidades que encarnar, claro) forman parte de la sangre misma de la lucha de l@s oprimid@s por liberarse de una vez y para siempre: la responsabilidad es sólo el otro nombre de la libertad, del poder, de ese poder que preferimos repartir entre tod@s a organizar en una pirámide social. Dios ha muerto, lo queremos todo y la prueba es que estamos organizándonos para tomarlo y gestionarlo, el victimismo miserable de buena parte del discurso sindicalisto y de la izquierda parlamentaria es estéril y forma parte de la misma lógica que el «es que nosotr@s somos así». Si la cultura hip-hop es tan machista, homófoba y consumista como las demás subculturas y como la cultura común, habrá que revolucionarlas todas, ¿no? Cuando el Nega escribe
Ante nosotr@s, pues, sigue el mismo dilema de siempre: seguir reproduciendo cada día aquellas relaciones a las que decimos oponernos, las no defendidas, pero sí aprendidas, mientras lavamos nuestra conciencia pretendiendo que parlamentos y tribunales vayan a abolir el machismo a golpe de decreto... o aplicarnos el cuento y acabar con él en el terreno en que de verdad nos movemos: nuestra vida cotidiana.
De qué no se trata: de contrastar personas en vez de ideas. Queremos debatir sobre ideas, así que el ego del Nega nos deja tan fríos como el nuestro propio y valga lo mismo para l@s autores del artículo que empezó todo, puesto que no les conocemos ni disponemos de chivatazos como los que da a entender el Nega (y, claro está, nos resbala bastante su pertenencia o no al PCE). Tampoco se trata de dar a estos la razón en todo: no vemos ni machismo ni homofobia en la alusión a Rita Barberà de la intro de Miedo y asco en Valencia, sólo una alusión burlona sin contenido político, basada en un rumor, como vemos tendenciosa su alusión a Letizia Ortiz como «ex presentadora del telediario de TVE». El sentido de esta manipulación, de todos modos, podría ser el cargar con más fuerza contra LCDM y no una supuesta solidaridad entre mujeres burguesas, lo cual no hace que deje de ser rechazable.
De qué no se trata, tampoco: de discutir todos los problemas que plantea cuanto que ha escrito esta persona, el Nega. Visceralmente, la idea nos tienta, teniendo en cuenta sus letras en LCDM y Riot Propaganda y los artículos que ha publicado en Kaosenlared, pero el tema no nos interesa tanto ni nos parece que pueda interesar tanto a otras personas, por lo que dejamos a discreción del lector leer o no su artículo sobre especismo y antiespecismo o este otro sobre el leninismo y que muestran lo difícil de cualquier debate cuando lo normal es eso: falacias en forma de tópicos, en forma de chantaje emocional, en forma de argumento de autoridad, mezclas de todo para no decir nada, autojustificaciones carentes de interés o incoherencias como una sobre la que pasaremos de puntillas en este mismo artículo.
Vayamos al cogollo del asunto, el machismo:
· algunas de sus frases son perfectamente machistas, con contexto o sin él, como en «tú pidiendo ruido y tu novia entre mis ingles»; no es un problema de cotexto (el resto del texto, en este caso, de cada canción), sino de un contexto cultural en que poseer sexualmente a las mujeres enemigas, sean verdaderas enemigas (Angela Merkel) o sus novias, mujeres, madres o hijas, es una de las maneras de vencer al Enemigo o de remachar la victoria. El problema no es «equipara[r] sexo con machismo y sexismo»; aunque estos Chikos no lo crean, uno puede de hecho acostarse con alguien a quien respeta y ve como un/a igual y, cuando se está en esa actitud, no se habla del sexo como una amenaza, una competición o una manera de imponerse a alguien. Punto de Fuga, sin salir del rap anticapitalista, han hecho letras que celebran la sexualidad entre iguales en lugar de caer en tópicos machistas. El motivo por el que LCDM, Riot Propaganda y otros grupos hacen frases así es el mismo por el que las mujeres del bando vencido, en cada guerra, han sido condenadas a la esclavitud, la violación o a ser señaladas, rapándolas para escarnio público: son parte del territorio en guerra y, como tal, han de ser conquistadas, físicamente ocupadas.
· La izquierda no está libre de machismo, homofobia, racismo, etc, etc; ni siquiera la izquierda antiburguesa, la historia muestra más bien lo contrario. Compara el Nega el hecho de señalar su machismo con «llamar racista a Marx por sus ideas respecto a Bolívar y la emancipación latinoamericana», pero es que decir que Bolívar y la mayoría de venezolanos eran «incapa[ces] de todo esfuerzo de largo aliento» es un comentario racista, independientemente de su procedencia (¿le quitaría hierro el Nega si lo dijera, pongamos, alguien de la FAES?). Esto no es religión, no se trata de tomar todo lo que ningún autor ha escrito, ni de rechazarlo todo (el propio Marx advirtió contra ese tipo de lecturas doctrinalistas); nos quedamos con la capacidad de análisis de Marx, no con su racismo, como nos quedamos con el federalismo y anticapitalismo de Proudhon, no con su machismo, con el activismo anarquista de Berneri, no con su actitud patologizadora respecto de la homosexualidad y con la denuncia que Bruno Rizzi hizo del colectivismo burocrático soviético como opresión de clase mucho más que con su aversión paranoica por los hebreos. Nada de lo cual nos impide, claro, denunciar todo racismo, machismo u homofobia, también cuando vienen de al lado y no de enfrente.
En cuestión de letras musicales, no está de más recordar el precedente de Eskorbuto y aquello de «quisiera enrollarme/a una mujer policía/para estar jodiéndola/todos los días, todos los días» (en Maldito país) y, peor aún, lo de «He visto violar, he visto violar/y seguro que su hombre/nunca se lo hizo mejor» (en No quiero cambiar).
· Dado esto último, no está de más recordar que la autocomplacencia no sólo no tiene ningún valor por sí misma, sino que ha sido y es, en gran medida, un escollo. Nuestra generación, quizá por contagio burgués y por la grandísima derrota que ha sido el mantillo en que –mal que bien– hemos brotado, ha estado bastante impregnada de ese constante deseo de felicitarse, de cantar victoria a la mínima y de utilizar la crítica para autoafirmarse repartiendo bilis sin distinguir el disenso con los de nuestra clase del enfrentamiento con la clase opresora (ahí sí estaríamos con el Nega en la idea de que los trapos sucios se lavan en casa). En cambio, cuando se escucha o se lee a much@s compañer@s de principios del siglo XX o del XIX, e incluso a algun@s de la de nuestr@s padres o de la nuestra, encontramos una cultura política de autoexigencia, humildad, esfuerzo y responsabilidad. Estas palabras, hoy día confiscadas por el liberalismo más conservador (como palabras que invocar, no como realidades que encarnar, claro) forman parte de la sangre misma de la lucha de l@s oprimid@s por liberarse de una vez y para siempre: la responsabilidad es sólo el otro nombre de la libertad, del poder, de ese poder que preferimos repartir entre tod@s a organizar en una pirámide social. Dios ha muerto, lo queremos todo y la prueba es que estamos organizándonos para tomarlo y gestionarlo, el victimismo miserable de buena parte del discurso sindicalisto y de la izquierda parlamentaria es estéril y forma parte de la misma lógica que el «es que nosotr@s somos así». Si la cultura hip-hop es tan machista, homófoba y consumista como las demás subculturas y como la cultura común, habrá que revolucionarlas todas, ¿no? Cuando el Nega escribe
Si quieres corrección política y textos sin palabras malsonantes o polémicas que cuestionen tótems sagrados de la izquierda, puedes escuchar a Hechos contra el decoro, a Nach o al Chojín, que están muy bien aunque nunca se salgan de ciertos raíles marcados, es muy lícito su mensaje.lo que en realidad está enunciando tranquilamente (¿y con cierta condescendencia, o esto ya es suspicacia nuestra?) es una auténtica involución en el rap combativo. Lo cierto es que Los Chikos del Maíz no han innovado, que sepamos, en nada con respecto a Hechos Contra el Decoro (el grupo más netamente activista de los tres citados), bien al contrario, tienen un discurso parecido, pero sazonándolo de ese narcisismo que les puede –como el propio Nega dice–, de referencias machistas y de ese vocabulario de palabrotas y referencias sexuales que, sin tener nada de rechazable en sí mismo, tampoco lo tiene de extraordinario y que él, por necedad o por mala fe puesta al servicio de la autojustificación, no sabe distinguir de sus bravuconadas de machito ibérico ni de su rechazo de un sistema indefendible. Vemos que el Enemigo y los sectores más candidos de nuestra propia clase han inventado eso del «lenguaje políticamente correcto» para retratar de manera neutra una realidad que «hace daño a la vista», como cantaban Habeas Corpus, pero eso no es motivo para darle la vuelta a su bandera y meter en el mismo saco el machismo y las transgresiones a los «buenos modales». Mearse en la sopa puede hacer que un@ se sienta afirmado en sí mismo, pero no es necesariamente una buena idea y difícilmente será una contribución revolucionaria; no sabemos quién «equipar[a] sexo con machismo y sexismo», de entre l@s verdader@s feministas de las dos últimas generaciones, no hace falta abundar en el ejemplo de Punto de Fuga y todo lo dicho.
Ante nosotr@s, pues, sigue el mismo dilema de siempre: seguir reproduciendo cada día aquellas relaciones a las que decimos oponernos, las no defendidas, pero sí aprendidas, mientras lavamos nuestra conciencia pretendiendo que parlamentos y tribunales vayan a abolir el machismo a golpe de decreto... o aplicarnos el cuento y acabar con él en el terreno en que de verdad nos movemos: nuestra vida cotidiana.
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