lunes, 30 de septiembre de 2013

Gracias por esta herencia

Aún no se nos ha echado encima el 35º aniversario de la última constitución española, así que hay que aprovechar para hacer cualquier balance antes de que, por enésima vez, nos embuchen con el balance oficial como a ocas. Como «de bien nacido es ser agradecido», hemos decidido hacerlo en forma de agradecimientos.

Gracias a la clase dirigente por la torpeza con que han gestionado su bajeza: su avaricia, su cobardía ante el poderoso (sean los EEUU en el exterior o la banca en el interior y exterior), ... Su carácter de casta no ha sido menos importante: la tradición dinástica de los Borbón no ha sido desmerecida por los Aznar, Oreja, García Valdecasas, Pujol o Maragall.
Un agradecimiento especial a la dirigencia del PSOE que, en su búsqueda de un cómodo asiento en el Sistema pasó, primero, de predicar la ruptura con el franquismo al pacto, después, a renegar del marxismo y, en última instancia, a ser consecuentes con esa estrategia: aceptación de franquistas en sus filas (Barrionuevo o F. Fernández Ordóñez, pero quizá también J. A. Griñán o el mismísimo F. González), terrorismo parapolicial, entrada en la OTAN, UE y relaciones diplomáticas plenas con Israel, implantación del IVA, reconversión industrial, creación de las ETTs, reformaza constitucional de 2011...
Otro, también especial, para los dirigentes del PCE-IU que, por los mismos motivos aunque con un poder progresivamente menor, hicieron lo que pudieron por conducir a los habitantes de este estado hacia esa misma transición, hacia ese pacto nacional en el que aún chapoteamos y a una concepción sobre todo institucional –y, por tanto, electoral– de la política.
Aún otro agradecimiento especial al gran empresariado que, aun rebajando su perfil político respecto de épocas prefranquistas, ha exhibido su codicia como lobby neoliberal en estas tierras y aún más en las que querían recolonizar (Hispanoamérica, Marruecos, Guinea Ecuatorial).

Gracias a la dirigencia de los «grandes sindicatos» (CCOO, UGT, USO, ELA, ...), cuyas posaderas han demostrado ser igual de adaptables a todo asiento y que, sin rubor, se ha mullido un buen cojín a base de predicar «diálogo social» y aceptación del poder patronal y de la supuesta legitimidad capitalista.

Gracias a la farándula hiprógrita por decirnos que votáramos a «la izquierda», que ya estaba todo ganado, que podíamos seguir la fiesta en casa, que todo era cuestión de darse a las metas y placeres individuales y que la libertad y el poder eran para quienes los consiguieran y que la responsabilidad era para l@s carcas y palet@s (a l@s que no se han sumado l@s canis y ninis, aunque est@s últim@s ni siquiera está muy claro quiénes son, pero sí que también debemos mirarles desde bien arriba de nuestra torre de marfil snobista).

Gracias a los mass media por enseñarnos a pensar poco y profundizar menos, por explicarnos que las cosas son como son, y son tan complicadas y raras que más vale sonreír y salir a comprar cosas.

Gracias a los policías de todos los cuerpos por enseñarnos que la ley es más importante que la justicia, el sueldo más que la ética y que lo de las garantías legales y los derechos humanos depende de quién le echa «más cojones» y quién tiene más miedo. También a sus sindicatos y asociaciones, sean peperas (CEP) o no (SUP, AUGC) por intentar darle carácter orgánico a todo esto, que es como decir a la cuadratura del círculo.

Gracias a l@s dirigentes nacionalistas catalanes y vasc@s por enseñarnos a distinguirles de quienes les padecen: est@s últim@s no llevan necesariamente el victimismo y el golpe de pecho identitario por banderas y mucho menos lo hacen mientras llaman a las escuadras de la Ertzaintza o los Mossos d'Esquadra (quizá más adelante tengamos que decir lo mismo de la BESCAM, permanezcan atent@s a sus pantallas).

Gracias a ETA y los GRAPO por enseñarnos, como l@s antes citad@s, pero supuestamente desde la izquierda, que la vida no vale nada, que las personas son piezas que se mueven en un tablero político (con destreza o torpeza, tanto da, pues sólo cuenta el resultado a largo plazo), sobre todo si son l@s demás, y que, si la realidad dice una cosa y la teoría otra, está claro que la realidad se equivoca.

Gracias a tod@s aquell@s españoles –por lo general, de 56 años para arriba– que convierten esto en una cuestión generacional diciendo o insinuando que ellos ya hicieron la Transición (¿?) o ya lucharon por la libertad y ahora «nos toca» a l@s jóvenes, como si hasta en lo referente a luchar hubiera una jubilación y ell@s se la hubieran ganado, independientemente de lo que le quede al derecho real a la jubilación.

Os damos las gracias a tod@s, pues, por vuestro afán de poder y falta de autocrítica, gracias por practicar el «sálvese quien pueda» mientras predicabais grandes valores y por ser fuertes con los débiles y débiles con los fuertes.
Gracias a vosotr@s, a este muestrario vuestro de la deshonra, no hemos tenido la oportunidad de hacernos ilusiones con este sistema y pensar que pudiéramos reformarlo: acabaremos con él o él acabará con nosotr@s.

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