Es inevitable: vuelvo a citar a don Roberto y su Carnet de baile. Por lo que me descubrió, por su cabeza y por su corazón:
54. Los hijos del león español decía Rubén Darío, un optimista nato. Los hijos de Walt Whitman, de José Martí, de Violeta Parra; desollados, olvidados, en fosas comunes, en el fondo del mar, sus huesos mezclados en un destino troyano que espanta a los supervivientes. 55. Pienso en ellos en estos días en que los veteranos de las Brigadas Internacionales visitan España, viejitos que bajan de los autocares con el puño en alto. Fueron 40.000 y hoy vuelven a España 350 o algo así. 56. Pienso en Beltrán Morales, pienso en Rodrigo Lira, pienso en Mario Santiago, pienso en Reinaldo Arenas. Pienso en los poetas muertos en el potro de tortura, en los muertos de sida, de sobredosis, en todos los que creyeron en el paraíso latinoamericano y murieron en el infierno latinoamericano. Pienso en esas obras que acaso permitan a la izquierda salir del foso de la vergüenza y la inoperancia. 57. Pienso en nuestras vanas cabezas puntiagudas y en la muerte abominable de Isaac Babel.
Yo pienso en Roque Dalton.
ResponderEliminarEn él y en que, poeta o no, para matar y desaparecer a un hombre bienintencionado, como se hizo con él, hay que ser un cretino militarista y creer de veras que quien piensa distinto es un enemigo y quien lo hace desde las propias filas, un enemigo infiltrado, y aprovecharse de su buena fe y de que está en las propias filas.