Por lo
visto hasta ahora, esta ciudad me parece una capital europea. El
centro histórico me recuerda más a París o Madrid que a
Montevideo, las callecitas del barrio de Palermo, que imagino
haciendo babear a l@s modern@s del Norte, me recuerdan más a partes de Londres como Camden que a
otra cosa. Tampoco hay que tirar tanto de comparaciones; esta es la
ciudad con más librerías que he visto en mi vida, creo (ah, ¿eso
no es una comparación?). Probemos esto: pese a ser una gran (enorme,
gigantesca, etc.) ciudad, conserva bastante verde, en muchos lugares
hay palos
borrachos y gomeros
de raíces hercúleas. Cada dos por tres huele a pizza en algún
horno o a una hierba que conozco, pero, pese a mi esfuerzo, no
reconozco (¿sabina?). Pese a la enorme cantidad de urbanismo en
cuadrícula, consigo despistarme varias veces por mi extraño mapa
–no tiene arriba el norte, sino el sur-suroeste– y el Sol, que a
mediodía llega tan arriba que es imposible decir qué es el norte y,
por extensión, todo lo demás.

Me pierdo
entre Recoleta y Retiro y entre calles que podrían pertenecer a
cualquier otra capital occidental, llego al cruce de Callao con
Quintana, donde Simón Radowitzky ajustició al coronel Falcón
(1909), famoso por haber reprimido a tiros el meeting del 1º
de mayo en la llamada semana roja (al menos 14 muert@s y 80 herid@s,
activistas detenid@s, deportad@s,
etc) y antes, haber desahuciado (¿os suena, paisan@s?)
a inquilin@s en huelga con cañones
de agua casi helada. Falcón tiene una placa que le recuerda como
«guardián del orden»
(salpicada de pintura roja, que le recuerda aún más) y, a pocas
manzanas, una estatua. Radowitzky tiene un pedazo de su alma
impregnando el penal subpolar de Ushuaia y el eco de un rugido de
todas las movilizaciones por su libertad durante 21 años de
presidio: manifestaciones, huelgas, la infiltración de Miguel
Arcángel Roscigno en el cuerpo de funcionarios de prisiones para
intentar sacarle de allí, su bomba en el domicilio del director del
penal, …
Doy vueltas
por los (muchos) parques de plaza Francia y alrededores y sigo
pensando en las cuatro vidas de Radowitzky, niño y adolescente
ucraniano, luchador anarquista y preso en Argentina, brigadista en
España, exiliado en México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario