Aún hoy
día abundan las pintadas y pegatinas con referencias a Perón y/o
Evita. Para colmo, hay elecciones generales en el horizonte y el
sucesor de Cristina Fernández se ve apoyado por todo un imaginario
que idealiza a la todavía presidente y, sobre todo, al difunto
Néstor Kirchner, convertido por algunos en un submito dentro del
mito peronista que irradiaría a su viuda y a cuantos se hayan
relacionado con uno u otra.
Otra cosa
que me sorprende de la población porteña es el número de andin@s.
Me pregunto cuánt@s serán argentin@s (salteñ@s, tucuman@s,etc.) y
cuánt@s, inmigrantes venidos de Bolivia o más allá. En todo caso,
su presencia me reconforta: no soy el único exótico, no soy el
único que habla-castellano-pero-raro.
Mi visita
al cementerio de la Chacarita, construido por el mencionado desborde de
otros cementerios a partir de 1871, ha sido un tanto frustrante.
Resulta que cierra a las 17.00, resulta que entre sus numerosas
calles, la que yo busco no parece existir, resulta que el que podría
ser el sepulcro que he buscado, el de Wilckens, no tiene ninguna
inscripción ni homenaje de ningún tipo, no puedo confirmar ni
desmentir el haberlo encontrado. Tampoco tengo tiempo para casi nada.
Es una cálida tarde de verano y es extraño estar en un cementerio.
Dos chicas jóvenes están sentadas ante una tumba y parecen
conmovidas, yo me siento un poco intruso y, a la vez, me pregunto por
todas las tumbas que se ven deterioradas o medio hundidas, ¿no queda
nadie vivo que se ocupe de ellas?
En general, parece que mi habitual relación con l@s muert@s es más difícil por aquí: Alejandra Pizarnik está enterrada en las afueras (cementerio judío de La Tablada, leo), Baldomero Fernández Moreno, otro tanto (Chascomús, leo), el doctor Favaloro, en un cementerio privado y Aldo Pellegrini... ni la más remota idea.
En general, parece que mi habitual relación con l@s muert@s es más difícil por aquí: Alejandra Pizarnik está enterrada en las afueras (cementerio judío de La Tablada, leo), Baldomero Fernández Moreno, otro tanto (Chascomús, leo), el doctor Favaloro, en un cementerio privado y Aldo Pellegrini... ni la más remota idea.
El barrio
de la Chacarita, o al menos la parte que he visto, parece muy
comercial: en frente del cementerio hay no pocos bares y tiendas,
pero el trozo que recorro de la avenida Warnes (donde trabajaba
Gekrepten, me recuerdo) está temáticamente dedicado a la
automoción: los talleres mecánicos y tiendas de repuestos se
suceden uno detrás de otro, ¿no los habrá en el resto de la
ciudad?
La avenida
Dorrego no me parece mucho más acogedora y, de hecho, en torno a la
estación de tren de Chacarita empieza una zona de casitas bajas,
casi chabolas, y, al pasar por el túnel bajo las vías, encuentro la
correspondiente concentración de hollín. Al salir al otro lado del
túnel, vuelven los parques y las calles de aire más residencial.
He dado
vueltas por el sur de Almagro, buscando los antiguos cines míticos
del barrio, en Rivadavia, Corrientes y Díaz Vélez, pero ya no existe
ninguno. De nuevo, Rayuela es una de las cosas que me ha
llevado allí (habla del cine Presidente
Roca, entre otros), igual que a la calle
Suipacha (casi toda en el centro histórico), pero allí ya sé que
no voy a encontrar el café Richmond porque cerró tiempo ha.
En cambio,
ir más al centro, al barrio de Caballito, buscando, entre otras
cosas, la cortazariana plaza de Irlanda, me ha dado un agradable
paseo por calles como Neuquén o la avenida de Avellaneda. Me temo
que el nivel económico por aquí, eso sí, sea más alto que la
media porteña (y aún estaríamos hablando de una media).
Nota: la foto muestra a Salvadora Medina Onrubia. No he hablado de ella en esta entrada, ni en ninguna otra, pero tiene su relación... y sé que volverá a venir al caso.
Nota: la foto muestra a Salvadora Medina Onrubia. No he hablado de ella en esta entrada, ni en ninguna otra, pero tiene su relación... y sé que volverá a venir al caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario